miércoles, 27 de enero de 2016

Trucos y consejos. Enero de 1809


De entre los periódicos de Enero de 1809, nos han llamado la atención los siguientes artículos.
El 15 de Enero de 1809 aparece en el Diario de Madrid esta noticia que da cuenta del método de C. Chaptal para blanquear la ropa y sábanas de algodón que permite, con la “ventaja de no tener que apalear la ropa”, conseguir un blanco sin precedentes de un gran número de telas en tan sólo dos días (y sin apalear la ropa).



 El 6 de enero de este mismo año se da cuenta de una costumbre muy madrileña: la de exponer al público durante la Navidad Belenes por toda la ciudad.


 Terminamos con unos consejos para la práctica de primeros auxilios en ahogados cuya versión completa se encuentra en el Diario de Madrid del 18 de Enero de 1809.


 Que continúan con consejos para practicar el boca a boca. Eso sí, sin entrar en contacto jamás una boca con la otra.


Agosto de 1790: Fuego en la Plaza Mayor

Un incendio siempre resulta un suceso traumático en el día a día de una ciudad. Y mucho más si este afecta a un edificio o a un espacio con nombre propio dentro de esta.


 Este es el caso del incendio que se desató en la madrugada del 16 de Agosto de 1790 y que destruyó gran parte de la Plaza Mayor de Madrid.


 Al parecer el fuego se extendió con gran rapidez y virulencia dejando tras su paso un paisaje parecido al que Francisco de Paula plasma en un grabado conservado en el Museo de Historia realizado 30 años después.


 Aunque el fuego se prolongó durante 20 horas y arrasó mas de un tercio de la plaza mayor, finalmente pudo ser extinguido. Nos preguntamos si este incendio puso a prueba la “Instrucción que manda el consejo se observe para apagar y cortar los incendios que ocurran en Madrid”, un auténtico plan de emergencias redactado el 20 de noviembre de 1789.


Tan solo Nueve meses antes de los sucesos de la Plaza Mayor…

La lotería: 200 años repartiendo suerte

Orignalmente Publicado el 25 de Febrero de 2012.

La actual Lotería de billetes nació en Cádiz durante la Guerra de la Independencia. El proyecto de Lotería Nacional de España, muy parecida a la que existía en Méjico desde 1769, fue autorizado por las Cortes Generales y Extraordinarias, en la sesión del 22 de noviembre de 1811, con un único propósito: “aumentar los ingresos del Erario público sin quebranto de los contribuyentes”. Cádiz, sede del gobierno de la Regencia y escenario de las acaloradas sesiones de Cortes Constituyentes, necesita dinero para financiar la guerra contra el ejército  invasor y para aliviar su penosa situación económica. 

Las Instrucciones de la Lotería Nacional de España no se hicieron esperar.



En ellas se establecen la distribución de premios, la venta de participaciones… partiendo de un fondo inicial de 40.000 pesos fuertes y fijando la fecha del primer sorteo para el 4 de marzo de 1812, quince días antes de la proclamación de la Constitución.

Para darle una adecuada difusión, aquella lotería, llamada Moderna, para distinguirla de la anterior o Primitiva –creada por Carlos III en 1763–, se publicitó en la prensa unos días antes del primer sorteo, como puede verse en el anunció insertado en El Redactor General, el 16 de febrero.



En este mismo diario, podemos hacer un seguimiento de todos los números agraciados desde el día siguiente al primer sorteo, el 5 de marzo , así como del resto de los sorteos celebrados a partir de entonces cada mes.



La suerte, pronto se extendió, primero a toda Andalucía y después al resto de España, implantándose con éxito, casi al mismo ritmo que el ejército francés vencido, abandonaba las ciudades.

Acto público del sorteo de la Real Lotería de España (s. XVIII). Museo de Historia Inv. 4912

La guerra no sólo no interrumpió la vida de la lotería, sino que la duplicó. Cada gobierno, de los dos bandos combatientes, celebraba sus sorteos. José Bonaparte, siguió realizándolos en Madrid los años 1809, 1811 y 1812, paralelamente a los realizados en Sevilla, Cádiz o Valencia.



De 1812 a 1862 coexistieron dos loterías, la Primitiva y la Moderna. Ambas han dejado huella, en algunos testimonios publicados en la prensa, el primero de ellos de un detractor



    
Sin embargo, el éxito apabullante de la última acabó con la Primitiva un año antes de cumplir su primer centenario. Ciento veinte tres años después, en 1985, el Ministerio de Economía y Hacienda les devolvió entonces y hasta ahora sus vidas paralelas. 

Esperando la salida de El Gordo. Nuevo Mundo 24/12/1908

Hemeroteca Municipal

miércoles, 20 de enero de 2016

Fiesta en honor a un príncipe

Originamnetele Publicado el 25 de Septiembre de 2015.

Una vez superadas las desavenencias provocadas por el enfrentamiento entre la España de Felipe II e Isabel I de Inglaterra, puede decirse que las relaciones entre los dos países fueron relativamente amistosas a principios del siglo XVII. Tal es así que, una vez llegado al trono Felipe IV se mantuvieron conversaciones para concertar una alianza entre los dos reinos sellada con el matrimonio de Carlos, Príncipe de Gales y heredero del trono inglés con la infanta María de Austria, hermana del rey español.

Justo cuando la idea empezaba a mostrarse como imposible de ejecutar sucedió un hecho ampliamente documentado y novelado: la llegada a Madrid del Principe de Gales, Carlos Estuardo que después de atravesar Europa a caballo con la única compañía de dos servidores y del futuro Duque de Buckingham se presentó en la residencia del embajador inglés en la Casa de las Siete chimeneas el 17 de marzo de 1623. El Príncipe, harto de esperar a que las conversaciones terminaran e imbuido de un romántico espíritu caballeresco quería conocer a su pretendida novia, que le recibió con una enorme frialdad. 

Para agasajar a su ilustre huésped se celebraron una gran cantidad de festejos, como el que ilustra este cuadro. A pesar de que el Príncipe de Gales permaneció en Madrid casi seis meses en los que los tira y afloja de las negociaciones estuvieron a punto de resolverse con éxito, estas acabaron con un rotundo fracaso y Carlos finalmente se vería obligado a volverse a Inglaterra sin su amada Infanta.

Veamos pues los detalles que se pueden extraer de este cuadro “Fiesta Real en la Plaza Mayor de Madrid (1623) pulsando encima de los mismos. Atribuido a Juan de la Corte expuesto en el Museo de Historia de Madrid que reproduce, en perspectiva caballera, la Plaza Mayor de la ciudad con motivo de los juegos ecuestres celebrados el 21 de agosto de 1623 en honor de la entonces comprometida pareja.

martes, 19 de enero de 2016

Las gentiles y laboriosas señoritas del Metro

Originalmente Publicado el 1 de Junio de 2015.

Reproducimos el texto del artículo de la revista Estampa del 8 de mayo de 1928 sobre las trabajadoras del Metro de Madrid, ilustrado con fotografías de Zapata (Hemeroteca Municipal de Madrid).

Las gentiles y laboriosas señoritas del Metro de Madrid

"Hoy son las señoritas del «Metro» las que decoran nuestra plana central. Estas muchachas que al ir y al venir de nuestros quehaceres nos sirven solícitas picando y recogiendo nuestros billetes, o haciéndoles brotar de ese aparato misterioso que funciona apretando una tecla, como si fuese un prodigioso manantial de cuadraditos de papel.

En la taquilla de la estación de Sol

Queremos que el homenaje de esta plana sea algo así como una compensación de la injusticia con que a veces tratamos a estas lindas jovencitas, cuando entramos o salimos del «Metro» con más prisa de la racionalmente humana, dispuestos a irrumpir impetuosos en el ajetreo que nos impone la vida moderna.

Dos picadoras a la entrada de una estación

Ante las fotografías de estas chicas buenas y trabajadoras, que ganan honradamente su vida, debemos todos hacer un poco de acto de contrición y arrepentimos de las veces que las hemos mirado torvamente, culpándolas a ellas del exceso de viajeros que había ante su ventanilla, o murmurando frases para nuestro capote, cuando hemos oído llamarnos con un repiqueteo en el cristal por haber pasado distraídos ante ellas con nuestro billete en el bolsillo.


Y con la mano en el corazón confesemos que pensamos en ellas como en las hadas de nuestro cotidiano tráfago, que vemos todas las mañanas al ir aí trabajo, y todas las tardes al volver, impasibles en su labor, gentiles y bonitas, hasta el punto de que llegamos a creer que las garitas de cristal en las que desempeñan su oficio son fanales para guardar sus personas.

El piropo es inevitable...

Por todo esto, hoy ofrecemos al público de ESTAMPA estas laboriosas muchachas, en distintos momentos de su trabajo, y de su contacto con el público, que aunque a veces parezca hosco al pasar por su lado, en el fondo las recuerda con viva simpatía".

Descargar el artículo en formato PDF en http://bit.ly/1JlX5sh





Buscando a Miguel de Cervantes

Originalmente Publicado el 23 de Abril de 2015.

Miguel de Cervantes falleció en la casa que tenía arrendada en la calle del León un 22 de abril de 1616. Su sepelio fue consignado en el libro de difuntos de la iglesia parroquial de San Sebastián de Madrid la cual registraba de oficio el óbito de sus parroquianos. En aplicación de su testamento, fue enterrado en la primitiva iglesia del convento de San Ildefonso, de Trinitarias Descalzas al día siguiente, 23 de abril.

 Retrato de Miguel de Cervantes

Cervantes no estaba sólo. Consultados los Libros de defunciones se puede deducir que el total de inhumados en el período de 1612 a 1630, fecha a partir de la cual el Patronato de la iglesia decidió limitar el derecho de entierro en el recinto a quienes poseían una vinculación concreta con la iglesia,  ascienden a dieciocho: once o doce adultos (seis hombres y seis mujeres) y seis menores de 12 años.

 Iglesia y Convento de las Trinitarias y cripta subterránea

La primitiva iglesia del convento fue sustituida por el templo actual en unos trabajos que se iniciaron  en 1673, mientras que las obras del nuevo convento se acometieron a partir de 1698, desarrollándose en distintas fases hasta su conclusión definitiva en el decenio de 1730. Los trabajos de documentación de la excavación realizados por Francisco Marín Perellón permiten afirmar que la primitiva iglesia y la moderna simultanearon su existencia al menos treinta y siete años, los que median entre la consagración de la iglesia nueva y la demolición de la antigua para la segunda ampliación del convento. De este hecho se deduce que los restos de los inhumados en la iglesia primitiva fueron trasladados en una fecha aún por determinar a la nueva. Así pues, en ningún caso tendríamos en la actual cripta el enterramiento originario de Miguel de Cervantes.

 Nichos con inscripción de la cripta de la iglesia

Los cuerpos de los inhumados en la iglesia antigua de San Ildefonso fueron exhumados poco antes de 20 de diciembre de 1630 para dar cumplimiento a las cláusulas del Patronato. La vaga mención de su traslado “a donde haya lugar” no permite precisar dónde fueron inhumados de nuevo, pero lo fueron en todo caso dentro de los muros de la comunidad monástica.

Imagen de la excavación arqueológica

En 1730, la conclusión de las obras del convento, bóveda del Santísimo Cristo de la Piedad y el inicio de la tercera campaña de obras para la ampliación del convento, posibilitó que la actual cripta estuviera disponible para acoger los restos humanos de traslados de cadáveres habidos hasta la fecha. Aunque aún no se pueda determinar fehacientemente con documentos, hay que concretar que una vez acabadas las obras, se trasladaron a la nueva cripta los restos de los cadáveres exhumados en 1630 de la iglesia primitiva, custodiados hasta entonces por la comunidad.

 Ajuares de los enterramientos

La excavación del subsuelo de esta cripta desveló tres niveles de enterramientos, correspondientes a diferentes épocas. Los enterramientos del nivel 3, los más antiguos, aparecen esqueletizados y la mayoría presentan un estado de conservación deficiente. En efecto, en la esquina sureste de la cripta y a una cota de 135 centímetros bajo el enlosado y sobre roca madre, se documentó la presencia de una reducción de huesos (reducción 32) que podría ser compatible con el osario trasladado de la iglesia primitiva a la bóveda de la iglesia nueva según las fuentes documentales.

Reducción 32

Y es que junto a la reducción de huesos fueron recuperados otros materiales arqueológicos importantes de cara a la datación de la misma: fragmentos de tejidos (de indumentaria litúrgica integrada por estola, manípulo y casulla) datados en el siglo XVII y una moneda de 16 maravedíes de Felipe IV datada en 1660.

Maravedí de 1660

Gracias al estudio osteológico de los restos óseos de la reducción 32 se ha podido comprobar que, a pesar del estado de conservación de los restos, se trata de un Número Mínimo de Individuos (NMI) de diez adultos y cinco infantiles. El NMI de adultos se ha calculado en base al hueso frontal del cráneo y el NMI infantiles ha sido calculado en base al radio (en el recuadro de la imagen).

 Huesos de la reducción 32. En el recuadro, los cinco radios infantiles

De ellos, se han establecido que cuatro cráneos son de sexo masculino con seguridad, dos cráneos son posiblemente masculinos, aunque existen muy pocos indicadores; dos cráneos son de sexo femenino y, finalmente, otros dos cráneos son indeterminados ya que no se dispone de suficiente material para poder discriminar el sexo. Algunos huesos presentan signos degenerativos que podrían indicar su pertenencia a sujetos de avanzada edad. No obstante, no es posible establecer a priori asociaciones entre los diferentes huesos.

Craneos masculinos encontrados en la reducción 32

Estos datos derivados del estudio antropológico de los restos óseos de la reducción 4.2/32 son claramente compatibles con los del grupo de personas que estuvieron enterradas en la iglesia primitiva de las Trinitarias y fueron trasladadas a la cripta de la nueva iglesia en forma de osario. Entre esas personas se encontraba Miguel de Cervantes y su mujer Catalina Salazar.


Fotografías: Jaime de Linos, Gonzalo Tapia, y Javier Balaguer


El incendio de la Cárcel de Corte (1791)

Originalmente Publicado el 2 de Marzo de 2015.

Apenas una semana después del incendio producido en la Cárcel de Corte de Madrid el 4 de octubre de 1791, se publicaba en el Diario de Madrid el siguiente anuncio:



Uno de los ejemplares de este grabado ha conseguido sobrevivir hasta nuestros días custodiado en el Museo de Historia de Madrid y, tal y como vemos, narra pormenorizadamente el suceso.




Tomando como base esta imagen, y apoyándonos en la narración de lo acontecido realizada por el Mercurio de España de octubre de 1791, podemos reconstruir los hechos.


El incendio comenzó entre las dos y tres de la tarde y se manifestó "rápido y voraz". Al parecer, "comenzó por un descuido en el quarto del Capellán de la Cárcel, de donde se comunicó á la capilla, y por el retablo de está á lo demás del edificio". "A poco tiempo ocupó casi todo el edificio por la parte superior, en cuyo conflicto el primer cuidad y atención se dirigió á salvar los presos, y á que no hicieran fuga". Este detalle concuerda con lo que vemos en esta ampliación grabado en donde los reclusos aparecen maniatados mientras se les conducía a la Cárcel de Villa.



Al parecer, dos de ellos, un hombre y una mujer, aprovecharon la confusión del momento para huir, aunque la segunda fue rápidamente apresada de nuevo. Las mujeres tuvieron que ser evacuadas por una ventana del primer piso a la que se tuvo que arrancar la reja.

 

El Mercurio quiere dejar claro en su crónica que era “absolutamente falsa la voz que se esparció en el pueblo de que varios presos habían perecido con el incendió en los encierros. También se mandó, que el Cirujano de la Cárcel reconociera á todos los presos y presas para saber si algunos se habían maltratado; y de la certificación que dio, resulta que un hombre, tres mujeres y una niña de pecho de una de las presas, tenían algunas quemaduras, aunque no de gran consideración; que otra mujer tenía una contusión en las costillas, y otra dislocada la muñeca dé la mano izquierda (…)”. Esta última bien podría ser la retratada saliendo por la puerta principal del edificio, auxiliada por dos personas.

 


Sigue la crónica del Mercurio de España: “Al mismo tiempo que se cuidó de salvar los presos, se procuró también libertar los papeles del Archivo de la Sala y sus Escribanías de Cámara y Gobierno, y los de los oficios de Provincia. Todos se sacaron, aunque con la precipitación y desorden que en semejantes casos son inevitables, lo que regularmente habrá causado la pérdida de algunos”. Esta optimista previsión se transformó en falsa, ya que al parecer, las perdidas documentales fueron cuantiosas y en algunos casos irreparables.



Muchos son los detalles que adornan la escena, lo cual hace pensar que el dibujante fue testigo ocular de los hechos. En concreto ahora nos fijamos en las maniobras realizadas por los bomberos de la Villa para atajar el fuego, con las dotaciones a su alcance. En concreto cuerdas, mangueras, escaleras, herramientas y fundamentalmente, bombas de agua como la que el Ayuntamiento de Madrid compró en 1763, forrada en latón para evitar fugas, según consta en un expediente del Archivo de Villa.



El grabado también nos permite comprobar que se siguieron fielmente los pasos dictados por las Instrucciones para apagar y cortar los incendios que ocurran en Madrid, publicadas un año antes del suceso (y reimpresas en 1808).



“Los Aguadores, en oyendo tocar á fuego, tengan obligación de acudir con cántaros y cubetas á llevar agua de las fuentes mas cercanas; y para este efecto se registren y señalen doce en cada quartel, y faltando en alguno de los quarteles se supla de los demás”.


“El Gremio de taberneros nombrará noventa y seis mozos, doce en cada quartel, á quienes se repartirán veinte y quatro aguatochos, y sesenta y seis cubos ó baldes de baqueta para conducir agua al parage donde se necesite, según la orden y disposición que diere el Arquitecto que dirija los trabajos”.


“La novedad de estos acaecimientos llama mucho Pueblo; y debe ser otra atención desviar las gentes que no han de contribuir al corte ó apagamiento del fuego; con lo qual se evitará el desorden y robo de las alhajas y muebles de las casas incendiadas”.


Los trabajos de los bomberos fueros dirigidos, tal y como se lee en la web www.monumentamadrid.es por el Maestro Mayor de obras del municipio, Don Juan de Villanueva, quien luego sería encargado de la reconstrucción del edificio del que sólo quedo en pie su fachada, y que aquí vemos en la actualidad, cumpliendo su misión de sede el Ministerio de Asuntos Exteriores, justo al lado de la Plaza Mayor.


La estación de Metro de Sol en 1924

Originalmente Publicado el 20 de Diciembre de 2014.

Para el servicio de la estación de Sol de la línea Cuatro Caminos, se construyó el año 1917 en pleno centro de la plaza una marquesina que daba acceso a dos escaleras y un ascensor, quedando sitio para ubicar otro cuando las necesidades así lo dictaran.  

De esta manera, se conseguía que no sólo circulasen con entera independencia los viajeros a su entrada y a su salida, sino que más tarde pudiera prestar el servicio de la nueva estación de la línea Ventas-Puerta del Sol (futura línea 2 de Metro).


Cuando esta nueva línea comenzó a dar servicio en 1924, se dispusieron accesos suplementarios en las aceras del Hotel de París, del Ministerio de la Gobernación, y de la calle del Carmen, en previsión de las enormes masas de viajeros que se preveía iban a usarla. Además se estableció un enlace amplio, directo e independiente para los viajeros de “correspondencia” que transbordaran en la Puerta del Sol de una a otra línea.


Para dar cobijo a los viajeros de las dos líneas que entonces confluían en la estación de Sol, se construyó un gran vestíbulo o hall central, situado bajo las paralelas del tranvía, de planta rectangular de 11,00 x 12,00 metros y 4,55 metros de altura en cuyo centro se colocaron las taquillas de venta de billetes. A él convergían las escaleras de la marquesina central y las de las tres aceras del Hotel de París, Gobernación y Carmen.


Todos los pasillos y escaleras se dispusieron de tal manera que las tres grandes masas de viajeros, compuestas, primero, de los que entran desde la calle; segundo, de los que transbordan, y tercero, de los que salían a la calle, circulaban por trayectorias independientes a través de anchas galerías que directamente conducía a cada viajero a su destino.


Se pretendió que la decoración elegida para dar ornato a estos espacios fuera sobria, utilizando azulejos españoles de tonalidades claras en los revestimientos de bóvedas y muros, y acusando con los de reflejo de cobre las líneas principales de las arquerías y apilastrados. No obstante, la ornamentación del hall central se realzó pensando en que iba a ser el corazón de estas arterias y, a su vez, el corazón de Madrid.


Su principal elemento decorativo era un ancho friso de cerámica de Toledo, en altorrelieve, que ostentaba los escudos de las regiones españolas. En las claves de sus puertas principales de acceso campeaban los de la Provincia y Villa de Madrid, ornamentándose dichas puertas con cerámica y encasetonados de puro arte español. Toda esta cerámica estaba entonada en los finos matices de un gris azulado y los muros estaban cubiertos con mármol blanco y gris. El conjunto quedaba iluminado, además, por la luz cenital de su amplia claraboya de loseta prismática.



Fuente: Miguel Otamendi. Metropolitano Alfonso XIII: Línea Este-Oeste, trozo Ventas-Sol. Madrid (1924).