viernes, 18 de octubre de 2024

La UVA de Hortaleza

Texto: Bárbara Gómez García.

UVA: Unidad Vecinal de Absorción. Este es el nombre que se dio a las viviendas creadas en los años 60 en Madrid para realojar temporalmente a quienes vivían en infraviviendas, muchas de ellas en terrenos donde se realizaban proyectos urbanísticos como la construcción de la M-30.

Tras la Guerra Civil el chabolismo se había acentuado en la capital por la migración de familias que abandonaban el núcleo rural para buscar trabajo en el ámbito industrial y urbanístico de las grandes ciudades como Madrid. Sin embargo, el primer problema con el que se iban a encontrar era la falta de vivienda donde alojarse, ya que con la devastación de la guerra existía un alto déficit de residencias para la población más vulnerable. Esta será la doble cara de un mismo fenómeno: un Madrid que busca el desarrollo urbanístico pero que no posee residencias para los obreros necesarios para realizar las obras y que se asentarán en los mismos terrenos periféricos donde se realizaban estos proyectos. 

Fiestas de la Primavera en el barrio de la UVA de Hortaleza

Fiestas de la Primavera en el barrio de la UVA en 1977. Fotografía compartida por José Luis López para Memoria de los Barrios.

En este contexto el Instituto Nacional de Vivienda encomendó a la Obra Sindical del Hogar un plan de promoción de vivienda pública en 1963. Bajo el lema “Crear con prisa, romper sin daño”, la novedosa iniciativa se desarrollaría simultáneamente en seis territorios ubicados en la periferia madrileña: Fuencarral, Canillejas, Vallecas, Pan Bendito, Villaverde y Hortaleza. De acuerdo con la documentación oficial[i], dicha iniciativa afectó a 6.586 viviendas y a 30.000 personas. La premisa consistía en construir con carácter de urgencia viviendas de tipo social y renta limitada en construcciones desmontables y prefabricadas, para su posible reutilización posterior en otros lugares, hasta el realojo de las familias en sus viviendas definitivas. De esta manera se podría construir viviendas de edificación nueva en los lugares iniciales de chabolistas, revalorizándose los terrenos urbanísticos.

Fernando Higueras (artífice de la Corona de espinas de Ciudad Universitaria) y su socio Antonio Miró tenían unas instrucciones muy claras: cuatro días para presentar el anteproyecto, dieciocho para el proyecto definitivo y sólo tres meses para construir 1.100 viviendas de una planta en Hortaleza, sin salón, con aseos comunitarios y realizadas con sistemas prefabricados para posibles futuras reubicaciones. Además, debía incluir servicios como una escuela, una iglesia, un edificio administrativo, un centro médico, una guardería y centros comerciales.[ii]

Niños junto a torre de alta tensión delante del colegio de la UVA
Niños junto a torre de alta tensión delante del colegio de la UVA en 1977. Imagen compartida por José Luis López para Memoria de los Barrios.

Sin embargo, Higueras tenía claro que “resolver de una manera provisional el problema del chabolismo era acrecentarlo e intentamos y conseguimos, construir las viviendas con materiales tradicionales y de larga duración”[iii], por lo que optó por una construcción permanente compuesta de materiales tradicionales en forma de corrala, con todos los servicios en su interior y llenas de vida en el exterior. Consiguió un lugar cargado de humanidad donde se habitaba y se vivía.

España no era un país con tradición de construcciones prefabricadas como Estados Unidos o Alemania, ¿se podía entonces realizar el proyecto con dichas instrucciones en tal vertiginosa escasez de tiempo? Higueras y su equipo decidieron que no era posible, por no contar con los medios para la prefabricación, ni necesario en un país de amplia experiencia en la construcción tradicional, más rápida y económica de llevar a cabo. La prefabricación sólo provocaría la llegada a Madrid de más albañiles conocedores de la susodicha técnica, acentuando el mencionado problema de la infravivienda, y restaría calidad de vida a las familias realojadas.

Mayorets en las fiestas de la Primavera del barrio de la UVA de 1977
Mayorets en las fiestas de la Primavera del barrio de la UVA de 1977. Fotografía cedida por Jose Luis López para Memoria de los Barrios.

La construcción se realizó adaptándose a los desniveles del terreno para no perder tiempo en realizar movimientos de tierra y con dos plantas para duplicar el número de viviendas en el mismo espacio ocupado. Se eligió un esqueleto de perfiles de acero que separaría las viviendas del suelo para evitar humedades. El cubrimiento se realizó con ladrillo, yeso y hormigón, materiales y técnicas que cualquier albañil conocía y podía ejecutar de manera rápida y eficaz. Las galerías exteriores de acceso a las viviendas se convertirían en espacios intermedios, entre públicos y privados, que permitían a los vecinos sentarse, a los niños jugar y convertirlo en un jardín lineal lleno de macetas.[iv]

Baile regional en las fiestas de la Primavera de la UVA de 1977.
Baile regional en las fiestas de la Primavera de la UVA de 1977. Imagen cedida por Jose Luis López para Memoria de los Barrios.

La UVA de Hortaleza nació como temporal para cinco años y se convirtió en permanente y definitiva. Premiada internacionalmente en 1969 en el X Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos celebrado en Buenos Aires[v] como uno de los “12 poblados más humanos del mundo” y reconocida por arquitectos como Le Corbusier o Louise Kahn, su proeza y reconocimiento jugaron en su contra, haciendo que los plazos de reubicación se demoraran. 

60 años después, es la única de las seis UVAs que sigue aún en pie con familias esperando a su realojo, en unas viviendas que con el paso del tiempo fueron degradándose por la endeblez de los materiales, afectando con ello a las condiciones de vida de los residentes. La UVA de Hortaleza ha cumplido con creces su función, ahora es la ciudad de Madrid la que sigue teniendo una deuda con sus moradores.

Estado de la UVA de Hortaleza en 1999
Estado de la UVA de Hortaleza en 1999. Imagen cedida por Juan Antonio Gil Crespo para Memoria de los Barrios.



[i]       Ministerio de la Vivienda (1963). 6 Unidades vecinales de absorción en Madrid. Madrid: Ediciones del Instituto Nacional de la Vivienda.

[ii]      Oliván, F., Diagnóstico social de la Uva de Hortaleza. Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 2023, pp. 6.

[iii]     Arquitectura 70, Separata de la revista dedicada a la obra de Fernando Higueras (octubre 1964).

[iv]    Fundación Arquitectura COAM, Guía de arquitectura de Madrid, febrero de 2014. Disponible en: https://guia-arquitectura-madrid.coam.org/#inm.F3.155A

lunes, 30 de septiembre de 2024

La Playa de Madrid

Texto: Carla González.

El Movimiento Moderno en el ámbito arquitectónico surgió como una respuesta a la necesidad de adaptarse a los cambios sociales, tecnológicos y culturales que se produjeron durante el siglo XX.

Le Corbusier, considerado el “padre de la arquitectura moderna”, se enfocó en la creación de la ciudad funcional, reconociendo a la arquitectura como un medio para establecer un urbanismo ordenado y ofrecer un gran abanico de posibilidades a los ciudadanos. También vio el ocio como uno de los símbolos de la modernidad, una auténtica revolución para la sociedad del momento.

Le Corbusier en su estudio.

Junto con el ocio como actividad, surgió el ocio como descanso, a lo que se sumó la idea del ocio en relación con los espacios verdes y los deportes. El ocio deportivo, a su vez se ligó al baño como práctica higienista. Fueron así surgiendo los baños y piscinas.

El Movimiento Moderno se conoció en España durante estos años gracias al primer libro de Le Corbusier. Un grupo de jóvenes arquitectos comenzaron a preocuparse por temas relacionados con el bienestar, la higiene de la vivienda. Atentos a las nuevas tendencias extranjeras y en la búsqueda de un nuevo lenguaje arquitectónico, intentaron crear un “arte capaz de cambiar la vida”, mientras que en las escuelas de Arquitectura la enseñanza continuaba al margen de la llegada de estas tendencias.

La Playa de Madrid
La Playa de Madrid


Manuel Muñoz Monasterio, autor de la Playa de Madrid, fue un arquitecto de una promoción lanzadera y coetáneo a García Mercadal o Gutiérrez Soto, todos ellos generación “horquilla” del cambio que se llevaría a cabo los años.

Una generación de arquitectos, que Javier Garcia-Gutiérrez Mosteiro denominó “Promoción Moya”, alineada durante sus primeros años con el profundo cambio que nuestra sociedad estaba experimentando y, por ello, con el movimiento moderno y racionalista, cuya introducción estaba siendo capitaneada por García Mercadal y el grupo GATEPAC, impactados por la personalidad de Le Corbusier.

La Playa de Madrid, vista aérea
Vista aérea de la Playa de Madrid


Es así como la llegada de la sociedad de masas a España y, en concreto, a Madrid, propiciaron la aparición del ocio de masas y la posibilidad de disfrutar del tiempo libre como una muestra más de la independencia personal por la que se comenzaba a abogar en estos primeros años del siglo XX.

Manuel Muñoz Monasterio, convertido en un arquitecto de enorme importancia por su capacidad para crear espacios de esparcimiento de las clases populares y con un enorme sentido social, se centró en la zona noroeste de la ciudad. El eje del Manzanares entre Madrid y el Pardo, se convirtió en su principal lugar de actuación en lo que a la creación de instalaciones deportivas se refería, desarrollando así la “Playa de Madrid”, su posterior reconstrucción una vez finalizada la Guerra Civil y el Parque Sindical.

Pabellón de la Playa de Madrid (Revista Arquitectura)La Playa de Madrid
Pabellón de la Playa de Madrid en 1935 (Revista Arquitectura)


Monasterio, junto a otros importantes nombres como José María Entrecanales Ibarra, encargado de la parte hidráulica; Juan José Irala, figura a la que pertenecía el proyecto de iniciación y su director general don Miguel de Miguel o el ingeniero Carlos Tintoré, proyectó la “Playa de Madrid” aprovechando la maravillosa naturaleza que el nuevo territorio “Patrimonio de la Republica” ofrecía. Su idea inicial buscaba así, aprovechar todo lo natural que caracterizaba al lugar, buscando no dar sensación de una construcción claramente artificial, “no solo con la idea de la economía, sino con la de no dar sensación de una construcción sumamente artificiosa” como explicaba la revista A.C.

Pabellón de la Playa de Madrid
Pabellón de la Playa de Madrid en 1948 (Revista Arquitectura)


Un lugar de esparcimiento que ya se definía en la revista AS como:

“Un verdadero pequeño mar de agua dulce y limpia proveniente del Manzanares, purificada al batir en los peñascales serranos y perfumada por la brisa que cruza pinares y tornillos… Un rincón de ensueño en un escenario natural de belleza incomparable… Instalaciones arquitectónicas, modernísimas y confortables… El “jazzz”, trenzando su concierto, sincronizando con el concierto del aire, silbando en los álamos y en las encinas centenarias.

Playa de Madrid… Arenas limpias y menudas, que fulgen bajo el sol. Bañistas tímidos en las orillas y nadadores de alto bordo. Piraguas ligerísimas que cortan las ondas. Alegría “marítima”… Madrid. Playa”

AS.


La Playa de Madrid en la revista As (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)
La Playa de Madrid en la revista As (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)


Un conjunto de edificios e instalaciones deportivas de carácter social, administrativo de claro carácter racionalista acompañaba al embalse que albergaba el agua dulce de la playa. Obras lideradas por formas simples, líneas rectas y sencillos ornamentos, como las marquesinas, y acabados blancos combinados con el ladrillo visto. Una arquitectura caracterizada por una impecable sencillez, modernidad y armonía de las construcciones y su emplazamiento. Una obra, por tanto, relacionada a la estética imperante del momento y considerada por muchos historiadores un claro ensayo del proyecto de ocio planteado por el GATEPAC con la “Ciudad Verde del Jarama” o “Playa del Jarama”.

La Playa de Madrid en la revista AS
La Playa de Madrid en la revista AS (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)

Espacio que cultivó una amplia oferta deportiva, tanto de agua, donde se podía practicar piragüismo, remo-motor, wáter-polo, juegos náuticos, trampolín, carreras de “outboards”, concursos nacionales e internacionales de natación… como en las zonas de arena y jardines, donde los madrileños contaban con la posibilidad de practicar “golf” sintético, tenis y otros muchos deportes. Destacando también sus festivales diurnos y nocturnos, fiestas regionales, verbenas…

La Playa de Madrid en el siglo XXI
La Playa de Madrid en el siglo XXI

“La mayor playa artificial de Europa” abrió sus puertas al público el sábado 13 de agosto de 1932. Una fiesta inaugural que contó con grandes festejos náuticos, como la presentación de seis nadadoras de Molitor de París, acompañadas de la primera medalla de oro del campeonato travesía del Sena e importante figura del mundo de la natación. Su acto inaugural tuvo lugar el día anterior que consistió en un banquete en el comedor de la piscina al que asistió la prensa, el alcalde del Pardo y varios concejales de su ayuntamiento, así como diversas autoridades del gobierno de la República y del Ayuntamiento de Madrid.

Arquitecto: Muñoz Monasterio
Arquitecto: Muñoz Monasterio


La “Playa de Madrid” fue un claro ejemplo de lo que fueron estos años en Europa y principalmente en España, una nueva concepción de sociedad, junto con unos nuevos hábitos se vieron claramente reflejados en la arquitectura del momento. Un lugar que ojalá hubiese llegado a nuestros días, un espacio que aglutino todo lo que el Movimiento Moderno supuso en esos primeros años del pasado siglo XX.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Las lavanderas del Manzanares

Texto: Claudia del Cerro

En el Madrid del siglo XIX, ciudad en donde discurre el río Manzanares, tiene lugar una actividad esencial, desempeñada por un grupo de mujeres cuya labor, en ocasiones, pasa desapercibida. Estamos ante un conjunto de mujeres que ven su vida reflejada en las aguas del río, puesto que se reunían allí para lavar la ropa de toda la ciudad. Por esta razón, este blog busca adentrarse en la vida de aquellas lavanderas con el objetivo de mostrar un capítulo importantísimo dentro de la historia de Madrid.

Lavadero del Manzanares (Museo de Historia, Inv. 8397)
Lavadero del Manzanares (Museo de Historia, Inv. 8397)


Lo cierto es que las lavanderas no contaban con la misma recepción en el mundo rural que en las grandes ciudades. En el mundo rural esta actividad aún no estaba plenamente reconocida como otro oficio cualquiera; y en cuanto al espacio del lavadero, continuaba sin ser concebido como una instalación municipal de uso gratuito, a diferencia de lo que ya ocurría en las ciudades.

Por el contrario, en las ciudades confluyen 3 categorías distintas de mujeres lavanderas:

En primer lugar, aquellas que lavan ropa de su familia como parte de la labor doméstica; en segundo lugar, aquellas que lavan ropa perteneciente a la familia para la que trabajan; y por último, aquellas que acuden semanalmente para realizar el lavado de ropa de familias o procedentes de instituciones, que al mismo tiempo, pertenecen a una organización de recibimiento y entrega rápida.

Lavanderas del Manzanares (Memoria de los Barrios)
Lavanderas del Manzanares (Memoria de los Barrios)

De manera que, el trabajo de lavandera era una ocupación precaria como tantas otras para la mujer de la época. Esto se debe principalmente a las difíciles condiciones a las que estaban sometidas, ya que implica grandes esfuerzos a cambio de pequeñas ganancias, además, era frecuente la contracción de enfermedades bronco-respiratorias, como resultado de largas jornadas con las rodillas expuestas a las orillas del río.

En definitiva, este oficio acaba conformando un arduo trabajo físico para las mujeres, entre otras cosas, a causa del traslado diario de un gran volumen de ropa. Todo ello conforma una carga social negativa en torno a la actividad de las lavanderas, pues al contrario que los hombres, el hecho de realizar tal esfuerzo físico penalizaba la figura de la mujer, al no seguir el canon femenino de aquel momento.

Lavadero del Puente de Toledo (Archivo ABC)
Lavadero del Puente de Toledo (Archivo ABC)

Dejando a un lado la situación laboral de las lavanderas, debemos hacer mención a sus hijos, que estaban muy unidos a ellas, ya que eran quienes les acompañaban en el transcurso de largas jornadas de trabajo. De modo que, la imposibilidad de acceso a la educación por parte de los hijos de las lavanderas, fue clave para la creación de una institución para el cuidado de los niños de aquellas mujeres, conocido como el Asilo de las Lavanderas.

La idea de edificar está construcción fue impulsada bajo el mandato de la Reina Victoria, fue fundado en el año 1872 y contaba con un aforo para 300 personas, facilitando de esta manera el día a día de las lavanderas.

Este lugar supone un antes y un después en la sociedad española, ya que fue considerada la primera guardería de España. Se encontraba ubicado en la actual Glorieta de San Vicente y se mantuvo durante un largo período de tiempo, hasta que fue destruído durante la Guerra Civil. Todos estos niños eran asistidos por la Compañia

a de las “Hijas de la Caridad” y además de atender a los hijos de las lavanderas, el asilo estaba abierto a cualquier individuo que se encontrase en situación de pobreza.

Recuerdo de las lavanderas de Madrid a Doña María Victoria (Biblioteca Histórica MB 514-7)
Recuerdo de las lavanderas de Madrid a Doña María Victoria (Biblioteca Histórica MB 514-7)

Finalmente, con la llegada de la canalización de las aguas a las viviendas tuvo lugar la transformación del lavado de prendas. Con ello, la contratación de personal externo pasó a un segundo plano, puesto que no eran imprescindibles y desde aquel momento, pasó a ser realizado en los hogares por una criada del servicio, o por el contrario, una lavandera acudía expresamente a las casas para desempeñar esta tarea una o dos veces por semana.

Asilo de Lavanderas en la Glorieta de San Vicente (Museo de Historia, Inv. 8384)
Asilo de Lavanderas en la Glorieta de San Vicente (Museo de Historia, Inv. 8384)


En resumen, este proceso de transformación del lavado en una tarea doméstica desencadena un gran cambio en la sociedad española del momento, ya que además de permitir ejercer el control sobre la ropa, nos anticipa esa mecanización del lavado, hecho que cambiará el transcurso de la historia. Sin embargo, con el paso del tiempo la profesión de lavandera irá careciendo de importancia hasta desaparecer, siendo una actividad que se mantuvo en el tiempo hasta comienzos del siglo XX y que tanto marcó la identidad del río Manzanares. 


Bibliografía

Sánchez Ceballos, A., (2014). El Manzanares y sus lavanderas. Pasea por Madrid: historia, turismo cultural y tiempo libre, (2),págs 34-39.

Sarasúa, C., (2003). El oficio más molesto, más duro: El trabajo de las lavanderas en la España de los siglos XVIII y XIX. Historia social, (45), págs 53-78