Originalmente Publicado el 2 de Marzo de 2015.
Apenas una semana después del incendio producido en la Cárcel de
Corte de Madrid el 4 de octubre de 1791, se publicaba en el Diario de
Madrid el siguiente anuncio:
Uno de los ejemplares de este grabado ha
conseguido sobrevivir hasta nuestros días custodiado en el Museo de
Historia de Madrid y, tal y como vemos, narra pormenorizadamente el
suceso.
Tomando como base esta imagen, y
apoyándonos en la narración de lo acontecido realizada por el Mercurio
de España de octubre de 1791, podemos reconstruir los hechos.
El incendio comenzó entre las dos y tres de la tarde y se manifestó "rápido y voraz". Al parecer, "comenzó por un descuido en el quarto del Capellán de la Cárcel, de donde se comunicó á la capilla, y por el retablo de está á lo demás del edificio". "A poco tiempo ocupó casi todo el edificio por la parte superior, en cuyo conflicto el primer cuidad y atención se dirigió á salvar los presos, y á que no hicieran fuga". Este detalle concuerda con lo que vemos en esta ampliación grabado en donde los reclusos aparecen maniatados mientras se les conducía a la Cárcel de Villa.
Al parecer, dos de ellos, un hombre y una mujer, aprovecharon la
confusión del momento para huir, aunque la segunda fue rápidamente
apresada de nuevo. Las mujeres tuvieron que ser evacuadas por una
ventana del primer piso a la que se tuvo que arrancar la reja.
El Mercurio quiere dejar claro en su
crónica que era “absolutamente falsa la voz que se esparció en el pueblo
de que varios presos habían perecido con el incendió en los encierros.
También se mandó, que el Cirujano de la Cárcel reconociera á todos los
presos y presas para saber si algunos se habían maltratado; y de la
certificación que dio, resulta que un hombre, tres mujeres y una niña de
pecho de una de las presas, tenían algunas quemaduras, aunque no de
gran consideración; que otra mujer tenía una contusión en las costillas,
y otra dislocada la muñeca dé la mano izquierda (…)”. Esta última bien
podría ser la retratada saliendo por la puerta principal del edificio,
auxiliada por dos personas.
Sigue la crónica del Mercurio de España:
“Al mismo tiempo que se cuidó de salvar los presos, se procuró también
libertar los papeles del Archivo de la Sala y sus Escribanías de Cámara y
Gobierno, y los de los oficios de Provincia. Todos se sacaron, aunque
con la precipitación y desorden que en semejantes casos son inevitables,
lo que regularmente habrá causado la pérdida de algunos”. Esta
optimista previsión se transformó en falsa, ya que al parecer, las
perdidas documentales fueron cuantiosas y en algunos casos irreparables.
Muchos son los detalles que adornan la
escena, lo cual hace pensar que el dibujante fue testigo ocular de los
hechos. En concreto ahora nos fijamos en las maniobras realizadas por
los bomberos de la Villa para atajar el fuego, con las dotaciones a su
alcance. En concreto cuerdas, mangueras, escaleras, herramientas y
fundamentalmente, bombas de agua como la que el Ayuntamiento de Madrid
compró en 1763, forrada en latón para evitar fugas, según consta en un
expediente del Archivo de Villa.
El grabado también nos permite comprobar que se siguieron fielmente los pasos dictados por las
Instrucciones para apagar y cortar los incendios que ocurran en Madrid, publicadas un año antes del suceso (y reimpresas en 1808).
“Los Aguadores, en oyendo tocar á fuego, tengan obligación de acudir
con cántaros y cubetas á llevar agua de las fuentes mas cercanas; y para
este efecto se registren y señalen doce en cada quartel, y faltando en
alguno de los quarteles se supla de los demás”.
“El Gremio de taberneros nombrará noventa y seis mozos, doce en cada
quartel, á quienes se repartirán veinte y quatro aguatochos, y sesenta y
seis cubos ó baldes de baqueta para conducir agua al parage donde se
necesite, según la orden y disposición que diere el Arquitecto que
dirija los trabajos”.
“La novedad de estos acaecimientos llama mucho Pueblo; y debe ser
otra atención desviar las gentes que no han de contribuir al corte ó
apagamiento del fuego; con lo qual se evitará el desorden y robo de las
alhajas y muebles de las casas incendiadas”.
Los trabajos de los bomberos fueros dirigidos, tal y como se lee en la web
www.monumentamadrid.es
por el Maestro Mayor de obras del municipio, Don Juan de Villanueva,
quien luego sería encargado de la reconstrucción del edificio del que
sólo quedo en pie su fachada, y que aquí vemos en la actualidad,
cumpliendo su misión de sede el Ministerio de Asuntos Exteriores, justo al lado de la Plaza Mayor.