Texto: Carla González.
El Movimiento Moderno en el ámbito arquitectónico surgió como una respuesta a la necesidad de adaptarse a los cambios sociales, tecnológicos y culturales que se produjeron durante el siglo XX.
Le
Corbusier, considerado el “padre de la arquitectura moderna”, se enfocó en la
creación de la ciudad funcional, reconociendo a la arquitectura como un medio
para establecer un urbanismo ordenado y ofrecer un gran abanico de
posibilidades a los ciudadanos. También vio el ocio como uno de los símbolos de
la modernidad, una
auténtica revolución para la sociedad del momento.
Junto con el ocio como actividad, surgió el ocio como descanso, a lo que se sumó la idea del ocio en relación con los espacios verdes y los deportes. El ocio deportivo, a su vez se ligó al baño como práctica higienista. Fueron así surgiendo los baños y piscinas.
El Movimiento Moderno se
conoció en España durante estos años gracias al primer libro de Le Corbusier. Un
grupo de jóvenes arquitectos comenzaron a preocuparse por temas relacionados
con el bienestar, la higiene de la vivienda. Atentos a las nuevas tendencias
extranjeras y en la búsqueda de un nuevo lenguaje arquitectónico, intentaron
crear un “arte capaz de cambiar la vida”, mientras que en las escuelas de Arquitectura
la enseñanza continuaba al margen de la llegada de estas tendencias.
Manuel Muñoz Monasterio, autor
de la Playa de Madrid, fue un arquitecto de una promoción lanzadera y coetáneo
a García Mercadal o Gutiérrez Soto, todos ellos generación “horquilla” del
cambio que se llevaría a cabo los años.
Una generación de
arquitectos, que Javier Garcia-Gutiérrez Mosteiro denominó “Promoción Moya”,
alineada durante sus primeros años con el profundo cambio que nuestra sociedad
estaba experimentando y, por ello, con el movimiento moderno y racionalista,
cuya introducción estaba siendo capitaneada por García Mercadal y el grupo
GATEPAC, impactados por la personalidad de Le Corbusier.
Vista aérea de la Playa de Madrid
Es así como la llegada de
la sociedad de masas a España y, en concreto, a Madrid, propiciaron la
aparición del ocio de masas y la posibilidad de disfrutar del tiempo libre como
una muestra más de la independencia personal por la que se comenzaba a abogar
en estos primeros años del siglo XX.
Manuel Muñoz Monasterio,
convertido en un arquitecto de enorme importancia por su capacidad para crear
espacios de esparcimiento de las clases populares y con un enorme sentido
social, se centró en la zona noroeste de la ciudad. El eje del Manzanares entre
Madrid y el Pardo, se convirtió en su principal lugar de actuación en lo que a la
creación de instalaciones deportivas se refería, desarrollando así la “Playa de
Madrid”, su posterior reconstrucción una vez finalizada la Guerra Civil y el
Parque Sindical.
Pabellón de la Playa de Madrid en 1935 (Revista Arquitectura)
Monasterio, junto a otros
importantes nombres como José María Entrecanales Ibarra, encargado de la parte
hidráulica; Juan José Irala, figura a la que pertenecía el proyecto de iniciación
y su director general don Miguel de Miguel o el ingeniero Carlos Tintoré,
proyectó la “Playa de Madrid” aprovechando la maravillosa naturaleza que el
nuevo territorio “Patrimonio de la Republica” ofrecía. Su idea inicial buscaba
así, aprovechar todo lo natural que caracterizaba al lugar, buscando no dar
sensación de una construcción claramente artificial, “no solo con la idea de la
economía, sino con la de no dar sensación de una construcción sumamente
artificiosa” como explicaba la revista A.C.
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Pabellón de la Playa de Madrid en 1948 (Revista Arquitectura) |
Un lugar de esparcimiento que ya se definía en la revista AS como:
“Un verdadero pequeño mar
de agua dulce y limpia proveniente del Manzanares, purificada al batir en los
peñascales serranos y perfumada por la brisa que cruza pinares y tornillos… Un
rincón de ensueño en un escenario natural de belleza incomparable… Instalaciones
arquitectónicas, modernísimas y confortables… El “jazzz”, trenzando su
concierto, sincronizando con el concierto del aire, silbando en los álamos y en
las encinas centenarias.
Playa de Madrid… Arenas
limpias y menudas, que fulgen bajo el sol. Bañistas tímidos en las orillas y
nadadores de alto bordo. Piraguas ligerísimas que cortan las ondas. Alegría
“marítima”… Madrid. Playa”
AS.
La Playa de Madrid en la revista As (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)
Un conjunto de edificios
e instalaciones deportivas de carácter social, administrativo de claro carácter
racionalista acompañaba al embalse que albergaba el agua dulce de la playa.
Obras lideradas por formas simples, líneas rectas y sencillos ornamentos, como
las marquesinas, y acabados blancos combinados con el ladrillo visto. Una
arquitectura caracterizada por una impecable sencillez, modernidad y armonía de
las construcciones y su emplazamiento. Una obra, por tanto, relacionada a la
estética imperante del momento y considerada por muchos historiadores un claro
ensayo del proyecto de ocio planteado por el GATEPAC con la “Ciudad Verde del
Jarama” o “Playa del Jarama”.
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La Playa de Madrid en la revista AS (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional) |
Espacio que cultivó una
amplia oferta deportiva, tanto de agua, donde se podía practicar piragüismo,
remo-motor, wáter-polo, juegos náuticos, trampolín, carreras de “outboards”,
concursos nacionales e internacionales de natación… como en las zonas de arena
y jardines, donde los madrileños contaban con la posibilidad de practicar
“golf” sintético, tenis y otros muchos deportes. Destacando también sus
festivales diurnos y nocturnos, fiestas regionales, verbenas…
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“La mayor playa artificial de Europa” abrió sus puertas al público el sábado 13 de agosto de 1932. Una fiesta inaugural que contó con grandes festejos náuticos, como la presentación de seis nadadoras de Molitor de París, acompañadas de la primera medalla de oro del campeonato travesía del Sena e importante figura del mundo de la natación. Su acto inaugural tuvo lugar el día anterior que consistió en un banquete en el comedor de la piscina al que asistió la prensa, el alcalde del Pardo y varios concejales de su ayuntamiento, así como diversas autoridades del gobierno de la República y del Ayuntamiento de Madrid.
La “Playa de Madrid” fue
un claro ejemplo de lo que fueron estos años en Europa y principalmente en
España, una nueva concepción de sociedad, junto con unos nuevos hábitos se
vieron claramente reflejados en la arquitectura del momento. Un lugar que ojalá
hubiese llegado a nuestros días, un espacio que aglutino todo lo que el Movimiento
Moderno supuso en esos primeros años del pasado siglo XX.
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