lunes, 30 de septiembre de 2024

La Playa de Madrid

Texto: Carla González.

El Movimiento Moderno en el ámbito arquitectónico surgió como una respuesta a la necesidad de adaptarse a los cambios sociales, tecnológicos y culturales que se produjeron durante el siglo XX.

Le Corbusier, considerado el “padre de la arquitectura moderna”, se enfocó en la creación de la ciudad funcional, reconociendo a la arquitectura como un medio para establecer un urbanismo ordenado y ofrecer un gran abanico de posibilidades a los ciudadanos. También vio el ocio como uno de los símbolos de la modernidad, una auténtica revolución para la sociedad del momento.

Le Corbusier en su estudio.

Junto con el ocio como actividad, surgió el ocio como descanso, a lo que se sumó la idea del ocio en relación con los espacios verdes y los deportes. El ocio deportivo, a su vez se ligó al baño como práctica higienista. Fueron así surgiendo los baños y piscinas.

El Movimiento Moderno se conoció en España durante estos años gracias al primer libro de Le Corbusier. Un grupo de jóvenes arquitectos comenzaron a preocuparse por temas relacionados con el bienestar, la higiene de la vivienda. Atentos a las nuevas tendencias extranjeras y en la búsqueda de un nuevo lenguaje arquitectónico, intentaron crear un “arte capaz de cambiar la vida”, mientras que en las escuelas de Arquitectura la enseñanza continuaba al margen de la llegada de estas tendencias.

La Playa de Madrid
La Playa de Madrid


Manuel Muñoz Monasterio, autor de la Playa de Madrid, fue un arquitecto de una promoción lanzadera y coetáneo a García Mercadal o Gutiérrez Soto, todos ellos generación “horquilla” del cambio que se llevaría a cabo los años.

Una generación de arquitectos, que Javier Garcia-Gutiérrez Mosteiro denominó “Promoción Moya”, alineada durante sus primeros años con el profundo cambio que nuestra sociedad estaba experimentando y, por ello, con el movimiento moderno y racionalista, cuya introducción estaba siendo capitaneada por García Mercadal y el grupo GATEPAC, impactados por la personalidad de Le Corbusier.

La Playa de Madrid, vista aérea
Vista aérea de la Playa de Madrid


Es así como la llegada de la sociedad de masas a España y, en concreto, a Madrid, propiciaron la aparición del ocio de masas y la posibilidad de disfrutar del tiempo libre como una muestra más de la independencia personal por la que se comenzaba a abogar en estos primeros años del siglo XX.

Manuel Muñoz Monasterio, convertido en un arquitecto de enorme importancia por su capacidad para crear espacios de esparcimiento de las clases populares y con un enorme sentido social, se centró en la zona noroeste de la ciudad. El eje del Manzanares entre Madrid y el Pardo, se convirtió en su principal lugar de actuación en lo que a la creación de instalaciones deportivas se refería, desarrollando así la “Playa de Madrid”, su posterior reconstrucción una vez finalizada la Guerra Civil y el Parque Sindical.

Pabellón de la Playa de Madrid (Revista Arquitectura)La Playa de Madrid
Pabellón de la Playa de Madrid en 1935 (Revista Arquitectura)


Monasterio, junto a otros importantes nombres como José María Entrecanales Ibarra, encargado de la parte hidráulica; Juan José Irala, figura a la que pertenecía el proyecto de iniciación y su director general don Miguel de Miguel o el ingeniero Carlos Tintoré, proyectó la “Playa de Madrid” aprovechando la maravillosa naturaleza que el nuevo territorio “Patrimonio de la Republica” ofrecía. Su idea inicial buscaba así, aprovechar todo lo natural que caracterizaba al lugar, buscando no dar sensación de una construcción claramente artificial, “no solo con la idea de la economía, sino con la de no dar sensación de una construcción sumamente artificiosa” como explicaba la revista A.C.

Pabellón de la Playa de Madrid
Pabellón de la Playa de Madrid en 1948 (Revista Arquitectura)


Un lugar de esparcimiento que ya se definía en la revista AS como:

“Un verdadero pequeño mar de agua dulce y limpia proveniente del Manzanares, purificada al batir en los peñascales serranos y perfumada por la brisa que cruza pinares y tornillos… Un rincón de ensueño en un escenario natural de belleza incomparable… Instalaciones arquitectónicas, modernísimas y confortables… El “jazzz”, trenzando su concierto, sincronizando con el concierto del aire, silbando en los álamos y en las encinas centenarias.

Playa de Madrid… Arenas limpias y menudas, que fulgen bajo el sol. Bañistas tímidos en las orillas y nadadores de alto bordo. Piraguas ligerísimas que cortan las ondas. Alegría “marítima”… Madrid. Playa”

AS.


La Playa de Madrid en la revista As (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)
La Playa de Madrid en la revista As (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)


Un conjunto de edificios e instalaciones deportivas de carácter social, administrativo de claro carácter racionalista acompañaba al embalse que albergaba el agua dulce de la playa. Obras lideradas por formas simples, líneas rectas y sencillos ornamentos, como las marquesinas, y acabados blancos combinados con el ladrillo visto. Una arquitectura caracterizada por una impecable sencillez, modernidad y armonía de las construcciones y su emplazamiento. Una obra, por tanto, relacionada a la estética imperante del momento y considerada por muchos historiadores un claro ensayo del proyecto de ocio planteado por el GATEPAC con la “Ciudad Verde del Jarama” o “Playa del Jarama”.

La Playa de Madrid en la revista AS
La Playa de Madrid en la revista AS (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)

Espacio que cultivó una amplia oferta deportiva, tanto de agua, donde se podía practicar piragüismo, remo-motor, wáter-polo, juegos náuticos, trampolín, carreras de “outboards”, concursos nacionales e internacionales de natación… como en las zonas de arena y jardines, donde los madrileños contaban con la posibilidad de practicar “golf” sintético, tenis y otros muchos deportes. Destacando también sus festivales diurnos y nocturnos, fiestas regionales, verbenas…

La Playa de Madrid en el siglo XXI
La Playa de Madrid en el siglo XXI

“La mayor playa artificial de Europa” abrió sus puertas al público el sábado 13 de agosto de 1932. Una fiesta inaugural que contó con grandes festejos náuticos, como la presentación de seis nadadoras de Molitor de París, acompañadas de la primera medalla de oro del campeonato travesía del Sena e importante figura del mundo de la natación. Su acto inaugural tuvo lugar el día anterior que consistió en un banquete en el comedor de la piscina al que asistió la prensa, el alcalde del Pardo y varios concejales de su ayuntamiento, así como diversas autoridades del gobierno de la República y del Ayuntamiento de Madrid.

Arquitecto: Muñoz Monasterio
Arquitecto: Muñoz Monasterio


La “Playa de Madrid” fue un claro ejemplo de lo que fueron estos años en Europa y principalmente en España, una nueva concepción de sociedad, junto con unos nuevos hábitos se vieron claramente reflejados en la arquitectura del momento. Un lugar que ojalá hubiese llegado a nuestros días, un espacio que aglutino todo lo que el Movimiento Moderno supuso en esos primeros años del pasado siglo XX.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Las lavanderas del Manzanares

Texto: Claudia del Cerro

En el Madrid del siglo XIX, ciudad en donde discurre el río Manzanares, tiene lugar una actividad esencial, desempeñada por un grupo de mujeres cuya labor, en ocasiones, pasa desapercibida. Estamos ante un conjunto de mujeres que ven su vida reflejada en las aguas del río, puesto que se reunían allí para lavar la ropa de toda la ciudad. Por esta razón, este blog busca adentrarse en la vida de aquellas lavanderas con el objetivo de mostrar un capítulo importantísimo dentro de la historia de Madrid.

Lavadero del Manzanares (Museo de Historia, Inv. 8397)
Lavadero del Manzanares (Museo de Historia, Inv. 8397)


Lo cierto es que las lavanderas no contaban con la misma recepción en el mundo rural que en las grandes ciudades. En el mundo rural esta actividad aún no estaba plenamente reconocida como otro oficio cualquiera; y en cuanto al espacio del lavadero, continuaba sin ser concebido como una instalación municipal de uso gratuito, a diferencia de lo que ya ocurría en las ciudades.

Por el contrario, en las ciudades confluyen 3 categorías distintas de mujeres lavanderas:

En primer lugar, aquellas que lavan ropa de su familia como parte de la labor doméstica; en segundo lugar, aquellas que lavan ropa perteneciente a la familia para la que trabajan; y por último, aquellas que acuden semanalmente para realizar el lavado de ropa de familias o procedentes de instituciones, que al mismo tiempo, pertenecen a una organización de recibimiento y entrega rápida.

Lavanderas del Manzanares (Memoria de los Barrios)
Lavanderas del Manzanares (Memoria de los Barrios)

De manera que, el trabajo de lavandera era una ocupación precaria como tantas otras para la mujer de la época. Esto se debe principalmente a las difíciles condiciones a las que estaban sometidas, ya que implica grandes esfuerzos a cambio de pequeñas ganancias, además, era frecuente la contracción de enfermedades bronco-respiratorias, como resultado de largas jornadas con las rodillas expuestas a las orillas del río.

En definitiva, este oficio acaba conformando un arduo trabajo físico para las mujeres, entre otras cosas, a causa del traslado diario de un gran volumen de ropa. Todo ello conforma una carga social negativa en torno a la actividad de las lavanderas, pues al contrario que los hombres, el hecho de realizar tal esfuerzo físico penalizaba la figura de la mujer, al no seguir el canon femenino de aquel momento.

Lavadero del Puente de Toledo (Archivo ABC)
Lavadero del Puente de Toledo (Archivo ABC)

Dejando a un lado la situación laboral de las lavanderas, debemos hacer mención a sus hijos, que estaban muy unidos a ellas, ya que eran quienes les acompañaban en el transcurso de largas jornadas de trabajo. De modo que, la imposibilidad de acceso a la educación por parte de los hijos de las lavanderas, fue clave para la creación de una institución para el cuidado de los niños de aquellas mujeres, conocido como el Asilo de las Lavanderas.

La idea de edificar está construcción fue impulsada bajo el mandato de la Reina Victoria, fue fundado en el año 1872 y contaba con un aforo para 300 personas, facilitando de esta manera el día a día de las lavanderas.

Este lugar supone un antes y un después en la sociedad española, ya que fue considerada la primera guardería de España. Se encontraba ubicado en la actual Glorieta de San Vicente y se mantuvo durante un largo período de tiempo, hasta que fue destruído durante la Guerra Civil. Todos estos niños eran asistidos por la Compañia

a de las “Hijas de la Caridad” y además de atender a los hijos de las lavanderas, el asilo estaba abierto a cualquier individuo que se encontrase en situación de pobreza.

Recuerdo de las lavanderas de Madrid a Doña María Victoria (Biblioteca Histórica MB 514-7)
Recuerdo de las lavanderas de Madrid a Doña María Victoria (Biblioteca Histórica MB 514-7)

Finalmente, con la llegada de la canalización de las aguas a las viviendas tuvo lugar la transformación del lavado de prendas. Con ello, la contratación de personal externo pasó a un segundo plano, puesto que no eran imprescindibles y desde aquel momento, pasó a ser realizado en los hogares por una criada del servicio, o por el contrario, una lavandera acudía expresamente a las casas para desempeñar esta tarea una o dos veces por semana.

Asilo de Lavanderas en la Glorieta de San Vicente (Museo de Historia, Inv. 8384)
Asilo de Lavanderas en la Glorieta de San Vicente (Museo de Historia, Inv. 8384)


En resumen, este proceso de transformación del lavado en una tarea doméstica desencadena un gran cambio en la sociedad española del momento, ya que además de permitir ejercer el control sobre la ropa, nos anticipa esa mecanización del lavado, hecho que cambiará el transcurso de la historia. Sin embargo, con el paso del tiempo la profesión de lavandera irá careciendo de importancia hasta desaparecer, siendo una actividad que se mantuvo en el tiempo hasta comienzos del siglo XX y que tanto marcó la identidad del río Manzanares. 


Bibliografía

Sánchez Ceballos, A., (2014). El Manzanares y sus lavanderas. Pasea por Madrid: historia, turismo cultural y tiempo libre, (2),págs 34-39.

Sarasúa, C., (2003). El oficio más molesto, más duro: El trabajo de las lavanderas en la España de los siglos XVIII y XIX. Historia social, (45), págs 53-78