martes, 19 de enero de 2016

Té en el Palace

Originalmente Publicado el 5 de Junio de 2013.

El Madrid de los primeros años del siglo XX apenas contaba con establecimientos hoteleros que reunieran unas mínimas condiciones de habitabilidad, cosa que se puso en evidencia durante la boda de Alfonso XIII en 1906 en la que fue imposible albergar adecuadamente a muchos de sus invitados. 



En 1910 se inauguró el Ritz, aunque pronto quedó en evidencia que sus 180 habitaciones no eran suficientes para atender a la creciente demanda de los turistas y visitantes que acudían a la ciudad.



En ese momento empezaban a proliferar en todas las capitales europeas hoteles de alta calidad en el centro de las ciudades y Madrid no se quedó atrás en esta carrera por ofrecer el lujo a sus visitantes. Animado por el rey, el empresario George Marquet acometió el proyecto de construcción del Hotel Palace con el objetivo de superar los servicios del Ritz. En apenas catorce meses el Hotel se levantó  en el solar del palacio de los Duques de Medinaceli en el Paseo del Prado. Muy cerca del poder político, financiero y cultural de la ciudad, el Hotel Palace fue identificado como un centro del lujo y de la distinción ya desde el momento de su inauguración en septiembre de 1912.



Entre sus comodidades destacaba alguna que ahora consideramos normales pero que, en aquella época, ni siquiera el Ritz contaba con ellas. En el Palace, cada habitación contaba con baño y teléfono, lo cual provocó la participación en la construcción de todo un batallón de fontaneros ingleses, de especalistas para la instalación de ascensores, etc.



Fueron especialmente famosos los servicios que el Palace proporcionaba en sus instalaciones de la planta baja. Entre ellas destacaba la “Brasserie”, donde se servían cervezas alemanas de importación y se realizaban exposiciones artísticas. Además, el Palace contaba con grandes salones como el Neptuno, el Francés, el Medinaceli, el de Cortes, el Jardín de Invierno...



El éxito fue inmediato y estos salones se convirtieron en el centro de reunión de la alta burguesía y la aristocracia madrileña. Entre todos ellos el más famoso fue el Salón de Té, instalado en el Jardín de Invierno, cuyas celebraciones ejercieron una especial fascinación sobre los madrileños, tal y como podemos observar en las abundantes ilustraciones y fotografías publicadas en las revistas Nuevo Mundo y La Esfera y que están datadas entre 1912 y 1918.








Aunque nada mejor, para cerrar el día, que acudir al Grill Room del Palace donde a partir de 1923 se celebraron las primeras sesiones de jazz de Madrid. 


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