viernes, 18 de octubre de 2024

La UVA de Hortaleza

Texto: Bárbara Gómez García.

UVA: Unidad Vecinal de Absorción. Este es el nombre que se dio a las viviendas creadas en los años 60 en Madrid para realojar temporalmente a quienes vivían en infraviviendas, muchas de ellas en terrenos donde se realizaban proyectos urbanísticos como la construcción de la M-30.

Tras la Guerra Civil el chabolismo se había acentuado en la capital por la migración de familias que abandonaban el núcleo rural para buscar trabajo en el ámbito industrial y urbanístico de las grandes ciudades como Madrid. Sin embargo, el primer problema con el que se iban a encontrar era la falta de vivienda donde alojarse, ya que con la devastación de la guerra existía un alto déficit de residencias para la población más vulnerable. Esta será la doble cara de un mismo fenómeno: un Madrid que busca el desarrollo urbanístico pero que no posee residencias para los obreros necesarios para realizar las obras y que se asentarán en los mismos terrenos periféricos donde se realizaban estos proyectos. 

Fiestas de la Primavera en el barrio de la UVA de Hortaleza

Fiestas de la Primavera en el barrio de la UVA en 1977. Fotografía compartida por José Luis López para Memoria de los Barrios.

En este contexto el Instituto Nacional de Vivienda encomendó a la Obra Sindical del Hogar un plan de promoción de vivienda pública en 1963. Bajo el lema “Crear con prisa, romper sin daño”, la novedosa iniciativa se desarrollaría simultáneamente en seis territorios ubicados en la periferia madrileña: Fuencarral, Canillejas, Vallecas, Pan Bendito, Villaverde y Hortaleza. De acuerdo con la documentación oficial[i], dicha iniciativa afectó a 6.586 viviendas y a 30.000 personas. La premisa consistía en construir con carácter de urgencia viviendas de tipo social y renta limitada en construcciones desmontables y prefabricadas, para su posible reutilización posterior en otros lugares, hasta el realojo de las familias en sus viviendas definitivas. De esta manera se podría construir viviendas de edificación nueva en los lugares iniciales de chabolistas, revalorizándose los terrenos urbanísticos.

Fernando Higueras (artífice de la Corona de espinas de Ciudad Universitaria) y su socio Antonio Miró tenían unas instrucciones muy claras: cuatro días para presentar el anteproyecto, dieciocho para el proyecto definitivo y sólo tres meses para construir 1.100 viviendas de una planta en Hortaleza, sin salón, con aseos comunitarios y realizadas con sistemas prefabricados para posibles futuras reubicaciones. Además, debía incluir servicios como una escuela, una iglesia, un edificio administrativo, un centro médico, una guardería y centros comerciales.[ii]

Niños junto a torre de alta tensión delante del colegio de la UVA
Niños junto a torre de alta tensión delante del colegio de la UVA en 1977. Imagen compartida por José Luis López para Memoria de los Barrios.

Sin embargo, Higueras tenía claro que “resolver de una manera provisional el problema del chabolismo era acrecentarlo e intentamos y conseguimos, construir las viviendas con materiales tradicionales y de larga duración”[iii], por lo que optó por una construcción permanente compuesta de materiales tradicionales en forma de corrala, con todos los servicios en su interior y llenas de vida en el exterior. Consiguió un lugar cargado de humanidad donde se habitaba y se vivía.

España no era un país con tradición de construcciones prefabricadas como Estados Unidos o Alemania, ¿se podía entonces realizar el proyecto con dichas instrucciones en tal vertiginosa escasez de tiempo? Higueras y su equipo decidieron que no era posible, por no contar con los medios para la prefabricación, ni necesario en un país de amplia experiencia en la construcción tradicional, más rápida y económica de llevar a cabo. La prefabricación sólo provocaría la llegada a Madrid de más albañiles conocedores de la susodicha técnica, acentuando el mencionado problema de la infravivienda, y restaría calidad de vida a las familias realojadas.

Mayorets en las fiestas de la Primavera del barrio de la UVA de 1977
Mayorets en las fiestas de la Primavera del barrio de la UVA de 1977. Fotografía cedida por Jose Luis López para Memoria de los Barrios.

La construcción se realizó adaptándose a los desniveles del terreno para no perder tiempo en realizar movimientos de tierra y con dos plantas para duplicar el número de viviendas en el mismo espacio ocupado. Se eligió un esqueleto de perfiles de acero que separaría las viviendas del suelo para evitar humedades. El cubrimiento se realizó con ladrillo, yeso y hormigón, materiales y técnicas que cualquier albañil conocía y podía ejecutar de manera rápida y eficaz. Las galerías exteriores de acceso a las viviendas se convertirían en espacios intermedios, entre públicos y privados, que permitían a los vecinos sentarse, a los niños jugar y convertirlo en un jardín lineal lleno de macetas.[iv]

Baile regional en las fiestas de la Primavera de la UVA de 1977.
Baile regional en las fiestas de la Primavera de la UVA de 1977. Imagen cedida por Jose Luis López para Memoria de los Barrios.

La UVA de Hortaleza nació como temporal para cinco años y se convirtió en permanente y definitiva. Premiada internacionalmente en 1969 en el X Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos celebrado en Buenos Aires[v] como uno de los “12 poblados más humanos del mundo” y reconocida por arquitectos como Le Corbusier o Louise Kahn, su proeza y reconocimiento jugaron en su contra, haciendo que los plazos de reubicación se demoraran. 

60 años después, es la única de las seis UVAs que sigue aún en pie con familias esperando a su realojo, en unas viviendas que con el paso del tiempo fueron degradándose por la endeblez de los materiales, afectando con ello a las condiciones de vida de los residentes. La UVA de Hortaleza ha cumplido con creces su función, ahora es la ciudad de Madrid la que sigue teniendo una deuda con sus moradores.

Estado de la UVA de Hortaleza en 1999
Estado de la UVA de Hortaleza en 1999. Imagen cedida por Juan Antonio Gil Crespo para Memoria de los Barrios.



[i]       Ministerio de la Vivienda (1963). 6 Unidades vecinales de absorción en Madrid. Madrid: Ediciones del Instituto Nacional de la Vivienda.

[ii]      Oliván, F., Diagnóstico social de la Uva de Hortaleza. Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 2023, pp. 6.

[iii]     Arquitectura 70, Separata de la revista dedicada a la obra de Fernando Higueras (octubre 1964).

[iv]    Fundación Arquitectura COAM, Guía de arquitectura de Madrid, febrero de 2014. Disponible en: https://guia-arquitectura-madrid.coam.org/#inm.F3.155A

lunes, 30 de septiembre de 2024

La Playa de Madrid

Texto: Carla González.

El Movimiento Moderno en el ámbito arquitectónico surgió como una respuesta a la necesidad de adaptarse a los cambios sociales, tecnológicos y culturales que se produjeron durante el siglo XX.

Le Corbusier, considerado el “padre de la arquitectura moderna”, se enfocó en la creación de la ciudad funcional, reconociendo a la arquitectura como un medio para establecer un urbanismo ordenado y ofrecer un gran abanico de posibilidades a los ciudadanos. También vio el ocio como uno de los símbolos de la modernidad, una auténtica revolución para la sociedad del momento.

Le Corbusier en su estudio.

Junto con el ocio como actividad, surgió el ocio como descanso, a lo que se sumó la idea del ocio en relación con los espacios verdes y los deportes. El ocio deportivo, a su vez se ligó al baño como práctica higienista. Fueron así surgiendo los baños y piscinas.

El Movimiento Moderno se conoció en España durante estos años gracias al primer libro de Le Corbusier. Un grupo de jóvenes arquitectos comenzaron a preocuparse por temas relacionados con el bienestar, la higiene de la vivienda. Atentos a las nuevas tendencias extranjeras y en la búsqueda de un nuevo lenguaje arquitectónico, intentaron crear un “arte capaz de cambiar la vida”, mientras que en las escuelas de Arquitectura la enseñanza continuaba al margen de la llegada de estas tendencias.

La Playa de Madrid
La Playa de Madrid


Manuel Muñoz Monasterio, autor de la Playa de Madrid, fue un arquitecto de una promoción lanzadera y coetáneo a García Mercadal o Gutiérrez Soto, todos ellos generación “horquilla” del cambio que se llevaría a cabo los años.

Una generación de arquitectos, que Javier Garcia-Gutiérrez Mosteiro denominó “Promoción Moya”, alineada durante sus primeros años con el profundo cambio que nuestra sociedad estaba experimentando y, por ello, con el movimiento moderno y racionalista, cuya introducción estaba siendo capitaneada por García Mercadal y el grupo GATEPAC, impactados por la personalidad de Le Corbusier.

La Playa de Madrid, vista aérea
Vista aérea de la Playa de Madrid


Es así como la llegada de la sociedad de masas a España y, en concreto, a Madrid, propiciaron la aparición del ocio de masas y la posibilidad de disfrutar del tiempo libre como una muestra más de la independencia personal por la que se comenzaba a abogar en estos primeros años del siglo XX.

Manuel Muñoz Monasterio, convertido en un arquitecto de enorme importancia por su capacidad para crear espacios de esparcimiento de las clases populares y con un enorme sentido social, se centró en la zona noroeste de la ciudad. El eje del Manzanares entre Madrid y el Pardo, se convirtió en su principal lugar de actuación en lo que a la creación de instalaciones deportivas se refería, desarrollando así la “Playa de Madrid”, su posterior reconstrucción una vez finalizada la Guerra Civil y el Parque Sindical.

Pabellón de la Playa de Madrid (Revista Arquitectura)La Playa de Madrid
Pabellón de la Playa de Madrid en 1935 (Revista Arquitectura)


Monasterio, junto a otros importantes nombres como José María Entrecanales Ibarra, encargado de la parte hidráulica; Juan José Irala, figura a la que pertenecía el proyecto de iniciación y su director general don Miguel de Miguel o el ingeniero Carlos Tintoré, proyectó la “Playa de Madrid” aprovechando la maravillosa naturaleza que el nuevo territorio “Patrimonio de la Republica” ofrecía. Su idea inicial buscaba así, aprovechar todo lo natural que caracterizaba al lugar, buscando no dar sensación de una construcción claramente artificial, “no solo con la idea de la economía, sino con la de no dar sensación de una construcción sumamente artificiosa” como explicaba la revista A.C.

Pabellón de la Playa de Madrid
Pabellón de la Playa de Madrid en 1948 (Revista Arquitectura)


Un lugar de esparcimiento que ya se definía en la revista AS como:

“Un verdadero pequeño mar de agua dulce y limpia proveniente del Manzanares, purificada al batir en los peñascales serranos y perfumada por la brisa que cruza pinares y tornillos… Un rincón de ensueño en un escenario natural de belleza incomparable… Instalaciones arquitectónicas, modernísimas y confortables… El “jazzz”, trenzando su concierto, sincronizando con el concierto del aire, silbando en los álamos y en las encinas centenarias.

Playa de Madrid… Arenas limpias y menudas, que fulgen bajo el sol. Bañistas tímidos en las orillas y nadadores de alto bordo. Piraguas ligerísimas que cortan las ondas. Alegría “marítima”… Madrid. Playa”

AS.


La Playa de Madrid en la revista As (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)
La Playa de Madrid en la revista As (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)


Un conjunto de edificios e instalaciones deportivas de carácter social, administrativo de claro carácter racionalista acompañaba al embalse que albergaba el agua dulce de la playa. Obras lideradas por formas simples, líneas rectas y sencillos ornamentos, como las marquesinas, y acabados blancos combinados con el ladrillo visto. Una arquitectura caracterizada por una impecable sencillez, modernidad y armonía de las construcciones y su emplazamiento. Una obra, por tanto, relacionada a la estética imperante del momento y considerada por muchos historiadores un claro ensayo del proyecto de ocio planteado por el GATEPAC con la “Ciudad Verde del Jarama” o “Playa del Jarama”.

La Playa de Madrid en la revista AS
La Playa de Madrid en la revista AS (16 de agosto de 1932, Biblioteca Nacional)

Espacio que cultivó una amplia oferta deportiva, tanto de agua, donde se podía practicar piragüismo, remo-motor, wáter-polo, juegos náuticos, trampolín, carreras de “outboards”, concursos nacionales e internacionales de natación… como en las zonas de arena y jardines, donde los madrileños contaban con la posibilidad de practicar “golf” sintético, tenis y otros muchos deportes. Destacando también sus festivales diurnos y nocturnos, fiestas regionales, verbenas…

La Playa de Madrid en el siglo XXI
La Playa de Madrid en el siglo XXI

“La mayor playa artificial de Europa” abrió sus puertas al público el sábado 13 de agosto de 1932. Una fiesta inaugural que contó con grandes festejos náuticos, como la presentación de seis nadadoras de Molitor de París, acompañadas de la primera medalla de oro del campeonato travesía del Sena e importante figura del mundo de la natación. Su acto inaugural tuvo lugar el día anterior que consistió en un banquete en el comedor de la piscina al que asistió la prensa, el alcalde del Pardo y varios concejales de su ayuntamiento, así como diversas autoridades del gobierno de la República y del Ayuntamiento de Madrid.

Arquitecto: Muñoz Monasterio
Arquitecto: Muñoz Monasterio


La “Playa de Madrid” fue un claro ejemplo de lo que fueron estos años en Europa y principalmente en España, una nueva concepción de sociedad, junto con unos nuevos hábitos se vieron claramente reflejados en la arquitectura del momento. Un lugar que ojalá hubiese llegado a nuestros días, un espacio que aglutino todo lo que el Movimiento Moderno supuso en esos primeros años del pasado siglo XX.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Las lavanderas del Manzanares

Texto: Claudia del Cerro

En el Madrid del siglo XIX, ciudad en donde discurre el río Manzanares, tiene lugar una actividad esencial, desempeñada por un grupo de mujeres cuya labor, en ocasiones, pasa desapercibida. Estamos ante un conjunto de mujeres que ven su vida reflejada en las aguas del río, puesto que se reunían allí para lavar la ropa de toda la ciudad. Por esta razón, este blog busca adentrarse en la vida de aquellas lavanderas con el objetivo de mostrar un capítulo importantísimo dentro de la historia de Madrid.

Lavadero del Manzanares (Museo de Historia, Inv. 8397)
Lavadero del Manzanares (Museo de Historia, Inv. 8397)


Lo cierto es que las lavanderas no contaban con la misma recepción en el mundo rural que en las grandes ciudades. En el mundo rural esta actividad aún no estaba plenamente reconocida como otro oficio cualquiera; y en cuanto al espacio del lavadero, continuaba sin ser concebido como una instalación municipal de uso gratuito, a diferencia de lo que ya ocurría en las ciudades.

Por el contrario, en las ciudades confluyen 3 categorías distintas de mujeres lavanderas:

En primer lugar, aquellas que lavan ropa de su familia como parte de la labor doméstica; en segundo lugar, aquellas que lavan ropa perteneciente a la familia para la que trabajan; y por último, aquellas que acuden semanalmente para realizar el lavado de ropa de familias o procedentes de instituciones, que al mismo tiempo, pertenecen a una organización de recibimiento y entrega rápida.

Lavanderas del Manzanares (Memoria de los Barrios)
Lavanderas del Manzanares (Memoria de los Barrios)

De manera que, el trabajo de lavandera era una ocupación precaria como tantas otras para la mujer de la época. Esto se debe principalmente a las difíciles condiciones a las que estaban sometidas, ya que implica grandes esfuerzos a cambio de pequeñas ganancias, además, era frecuente la contracción de enfermedades bronco-respiratorias, como resultado de largas jornadas con las rodillas expuestas a las orillas del río.

En definitiva, este oficio acaba conformando un arduo trabajo físico para las mujeres, entre otras cosas, a causa del traslado diario de un gran volumen de ropa. Todo ello conforma una carga social negativa en torno a la actividad de las lavanderas, pues al contrario que los hombres, el hecho de realizar tal esfuerzo físico penalizaba la figura de la mujer, al no seguir el canon femenino de aquel momento.

Lavadero del Puente de Toledo (Archivo ABC)
Lavadero del Puente de Toledo (Archivo ABC)

Dejando a un lado la situación laboral de las lavanderas, debemos hacer mención a sus hijos, que estaban muy unidos a ellas, ya que eran quienes les acompañaban en el transcurso de largas jornadas de trabajo. De modo que, la imposibilidad de acceso a la educación por parte de los hijos de las lavanderas, fue clave para la creación de una institución para el cuidado de los niños de aquellas mujeres, conocido como el Asilo de las Lavanderas.

La idea de edificar está construcción fue impulsada bajo el mandato de la Reina Victoria, fue fundado en el año 1872 y contaba con un aforo para 300 personas, facilitando de esta manera el día a día de las lavanderas.

Este lugar supone un antes y un después en la sociedad española, ya que fue considerada la primera guardería de España. Se encontraba ubicado en la actual Glorieta de San Vicente y se mantuvo durante un largo período de tiempo, hasta que fue destruído durante la Guerra Civil. Todos estos niños eran asistidos por la Compañia

a de las “Hijas de la Caridad” y además de atender a los hijos de las lavanderas, el asilo estaba abierto a cualquier individuo que se encontrase en situación de pobreza.

Recuerdo de las lavanderas de Madrid a Doña María Victoria (Biblioteca Histórica MB 514-7)
Recuerdo de las lavanderas de Madrid a Doña María Victoria (Biblioteca Histórica MB 514-7)

Finalmente, con la llegada de la canalización de las aguas a las viviendas tuvo lugar la transformación del lavado de prendas. Con ello, la contratación de personal externo pasó a un segundo plano, puesto que no eran imprescindibles y desde aquel momento, pasó a ser realizado en los hogares por una criada del servicio, o por el contrario, una lavandera acudía expresamente a las casas para desempeñar esta tarea una o dos veces por semana.

Asilo de Lavanderas en la Glorieta de San Vicente (Museo de Historia, Inv. 8384)
Asilo de Lavanderas en la Glorieta de San Vicente (Museo de Historia, Inv. 8384)


En resumen, este proceso de transformación del lavado en una tarea doméstica desencadena un gran cambio en la sociedad española del momento, ya que además de permitir ejercer el control sobre la ropa, nos anticipa esa mecanización del lavado, hecho que cambiará el transcurso de la historia. Sin embargo, con el paso del tiempo la profesión de lavandera irá careciendo de importancia hasta desaparecer, siendo una actividad que se mantuvo en el tiempo hasta comienzos del siglo XX y que tanto marcó la identidad del río Manzanares. 


Bibliografía

Sánchez Ceballos, A., (2014). El Manzanares y sus lavanderas. Pasea por Madrid: historia, turismo cultural y tiempo libre, (2),págs 34-39.

Sarasúa, C., (2003). El oficio más molesto, más duro: El trabajo de las lavanderas en la España de los siglos XVIII y XIX. Historia social, (45), págs 53-78

martes, 21 de marzo de 2023

El Día Mundial del Agua: Los aguadores de cuba

Texto: Juan Ramón Sanz Villa.

Un gesto habitual, intrascendente: ir a la cocina armado con un vaso y abrir un grifo para llenarlo y calmar nuestra sed. Y una vez saciados, cerrar el grifo, que nos esperará paciente hasta la próxima vez que tengamos que recurrir a él para lavarnos las manos, llenar una cacerola, fregar, tirar de la cadena o lo que se nos quiera ocurrir o necesitar. 

No siempre fue un gesto posible. De hecho, podemos poner fecha en Madrid al momento exacto en que pudimos empezar a realizarlo. Al menos el del origen de esta posibilidad, ya que todavía se tardarían varias décadas en conseguir que todos los madrileños pudieran tener agua corriente en sus pisos, o al menos en sus edificios. Nos situamos en el 24 de junio de 1858.

Inauguración de las obras del canal de Isabel II. Fotografía de Charles Clifford

Ese día, una multitud se reunió en la calle de San Bernardo para asistir a la inauguración de las obras del Canal de Isabel II, que traía el agua del rio Lozoya a Madrid. Frente a la iglesia de Montserrat se había instalado una fuente de considerables dimensiones, que luego se trasladaría primero a la Puerta del Sol, y a la glorieta de Cuatro Caminos después y que hoy todavía puede verse en la Casa de Campo de Madrid.

Un río puesto en pie. La fuente de la Puerta del Sol en 1860 MH 4009

De su potente surtidor brotaría “un río puesto en pie” según se lee en las crónicas del momento. A partir de este momento a red de canalización se extendería por toda la ciudad, por algunas partes antes que por otras. A finales del siglo XIX todavía había zonas donde el agua no llegaba. Y tampoco llegaba a los pisos más altos, ya que problemas con la presión del agua impedían que esta se pudiera levantar a una gran altura.

Botijero, con su cesta para los vasos. MH 7419.

Antes de eso cada madrileño tenía que aprovisionarse acudiendo a las fuentes públicas esparcidas por la ciudad y acarrear el agua a sus domicilios. Eso, o gastarse un dinero en contratar los servicios de uno de los profesionales más característicos de las ciudades durante el Antiguo Régimen: El Aguador.

Aguador de Madrid. MH 7789.


Había aguadores de muchos tipos. Tenemos los Aguadores ambulantes o botijeros, que portaban botijos o cántaros y cestas con varios vasos para dar de beber a los transeúntes. Los más sofisticados tenían una especia de bandeja con una o varias botellas que tenían diferentes sabores, ya que se les añadía anís o limón. Cada uno tenía su especialidad. Muchas veces se encontraban en lugares donde se congregaban multitudes como en las plazas de toros o en los puntos de mayor tránsito de la ciudad. Una evolución de este aguador la encontramos en los puestos conocidos como Aguaduchos, unos tenderetes fijos donde no sólo se podía consumir agua, sino también horchata natural, granizado de limón y, sobre todo, el agua de cebada y que en el siglo XX fueron sustituidos por kioscos o bares al aire libre.

Un aguaducho. Escena de la zarzuela Agua, azucarillos y aguardiente. Obra de Ángel Lizcano y Monedero. MH 8221
Pero estos aguadores no realizaban el servicio público del reparto a domicilio. Ese trabajo lo realizaban los Aguadores de cuba. Un oficio durísimo que obligaba a sus profesionales a subir y bajar un sinnúmero de escaleras cargados con toneles de entre 20 y 40 litros de capacidad, independientemente de las condiciones climáticas del día. “Con lluvias, nieves y fiestas, siempre con la cuba a cuestas” se lee en este documento conservado en el Museo de Historia de Madrid, donde además vemos a varios de estos aguadores descansando en la Fuente de San Juan.

Con lluvias, nieves y fiestas, siempre con la cuba a cuestas. MH 2015/17/4

Y es que muchos grabados de la época nos los muestran sentados, de charla, jugando a las cartas o reparando su calzado alrededor de las fuentes, o sencillamente descansando mientras esperan su turno para rellenar su cuba y reanudar su trabajo. Acarreándola con la única ayuda de la albardilla, un trozo grueso de cuero almohadillado en su hombro izquierdo donde sostenían el peso. Muchas veces los vemos vestidos con traje típico asturiano, ya que según el estudio de Juan Jiménez Mancha Asturianos en Madrid: los oficios de las clases populares, casi el 95% de los aguadores eran asturianos y, de entre ellos, un 33% procedía de la localidad de Tineo.

Aguador. Grabado de la Ilustración Española y Americana MH 2003/17/118

Estos datos se conocen porque el Ayuntamiento de Madrid era quien concedía la licencia de aguador y hacía rellenar a sus solicitantes unos formularios donde se consignaban una serie de datos que facilitaran su reconocimiento por parte de los clientes y de las autoridades. Vemos por ejemplo los datos de Pedro de los Corrales para dar servicio en la Fuente de Capellanes. Además de su nombre y de su origen se consigna su estado civil (casado) edad (28), altura (cumplida), el color de su piel (trigueño), el de su cabello (negro), y el de sus ojos (pardos). A estos datos se les añade la forma de su nariz (regular) y una descripción de su barba (clara).


Expediente del Archivo de Villa 44-327-6

Seguimos a Juan Jiménez Mancha cuando dice que “Al no estar popularizado el uso de la fotografía, y menos para fines administrativos, se hacía necesaria una descripción lo más somera posible de quienes entraban de un modo continuo en la casi totalidad de los hogares”. Los aguadores llegaban a ser casi parte de la familia y la principal cualidad que les adornaba no era tanto su capacidad de trabajo o su fuerza, que también, sino su honradez.

La fuente de Puerta Cerrada», de Francisco Lameyer, mediados del siglo XIX Bellas Artes (Revista del Círculo de Bellas Artes de Madrid), 1927. Hemeroteca Municipal de Madrid

El Ayuntamiento determinaba además la cantidad de aguadores que podía soportar una fuente pública, en virtud del caudal que cada una pudiera tener y determinaba además el número de caños que cada fuente debía dedicar al consumo público y los que podían utilizar los aguadores. La Biblioteca Histórica conserva un reglamento de “Aguadores de número” que ordena e intenta prevenir los posibles conflictos surgidos del mal uso del agua de las fuentes públicas.

Reglamento orgánico para la matrícula, servicio y tarifas de los aguadores de número. Biblioteca Histórica Municipal, FM 1057


En el reglamento se consigna la forma de acceder a este puesto de trabajo, se prevén sanciones para aquellos aguadores que utilizaran otra fuente distinta a la inicialmente asignada. También se determina la cantidad de cubas que pueden rellenar (30 cubas de 33 litros en 1874) y la fianza que debían depositar para poder realizar su trabajo. Se menciona que las roturas o sequías de las fuentes no daban derecho al trabajador a ningún tipo de rebaja en el precio de las licencias. También se les obligaba a ponerse a disposición de la autoridad para suministrar agua en caso de incendio y de ayudar a los bomberos en su extinción.
John Todd. Aguador con sombrilla (1826). MH 2006/6/5

Se dedicaban al suministro público 22 fuentes, procedentes de 5 Viajes de agua diferentes. Algunas son fuentes de campanillas, monumentales, orgullo de la Villa, como puede ser la propia Fuente de Cibeles, dedicada al mismo tiempo a embellecer la ciudad y a dotarla de recursos hídricos. Otras fuentes son más modestas y apenas han dejado huella en la memoria popular, como la Fuente de la Calle del Soldado, del Viaje de la Castellana.

Aguador de la Fuente de Cibeles en Madrid. MH 3959 

Cada fuente tenía uno o dos encargados que, con el nombre de cabezaleros, organizaban el suministro a los aguadores asignados a ellas y prevenían los posibles conflictos que se podían dar con los vecinos, ya que estaba completamente prohibido entorpecer el paso de las aguas por los caños destinados a la vecindad. Leemos:

 “Los cabezaleros tiene la obligación de impedir que se laven ropas, verduras, cacharros, ollas o marmitas de rancho; que se bañen perros u otros animales, que abreven caballerías ni se arrojen inmundicias dentro de los pilones de las fuentes, conservando en ellos el agua, y haciendo que por los llenadores se limpien con la frecuencia necesaria.”

Trabajos de relleno de las cubas en la Fuente del Berro (1868)

Dice Jiménez Mancha que en 1924 quedaban todavía una docena de aguadores prestando servicio en la ciudad, cobrando muy caro su trabajo. Un trabajo que como el de las lavanderas, los serenos, los mozos de cuerda, los esportilleros, los carboneros, etc. acabó sucumbiendo al progreso a pesar de su enorme trascendencia para la ciudad.

viernes, 20 de mayo de 2022

San Isidro en Mayrit y Magerit (2)

El Santo “Labrador”, de Maŷrit,  en  Magerit,  para  Madrid, desde la tierra que araba y a los cielos que llegaba... Sus prodigios y milagros, como hombre tocado por la “baraka”, una suerte de “gracia divina” que sólo poseen los elegidos, se fueron transmitiendo oralmente a lo largo de cientos de años, milagros que el Bienaventurado Isidro realizó con la naturaleza, las aves, el alimento, el agua, los pobres…

Fernández Montes (1999) se basa para su estudio en los milagros que contiene el “Códice de Juan Diácono”. Este manuscrito estaba destinado a acompañar a un cadáver y explicar quién era. El cuerpo incorrupto de San Isidro según descripciones de los siglos XVI y XVII se encontraba “momificado, amojamado, o “apergaminado”. 


Cuerpo de San Isidro en la catedral de Madrid
Cuerpo de San Isidro en la catedral de Madrid. Tarjeta postal editada por Grafos. Museo de San Isidro (1921-1933)

El Códice fue escrito en latín medieval y datado en el siglo XIII con añadidos en el XV. En la primera parte, la más antigua, se cuentan cinco milagros realizados en vida del personaje. Certezas, invenciones…la leyenda de Isidro labrador se forjó y transmitió oralmente probablemente desde el Madrid musulmán hasta el cristiano del XIII.
 
1.- El milagro de Multiplicación del trigo.
Tras alimentar a unas palomas que estaban posadas en unos árboles, el Labrador quizá creyera también fueran aves de Dios, encarnación de almas o espíritus de santos, animales benéficos a los que hay que proteger y cuidar para obtener su influencia beneficiosa. 

En la iconografía cristiana la paloma es símbolo de paz y del “Espíritu Santo”, el águila atributo de San Juan Evangelista, el pelícano muestra de expiación y al Redentor, por el contrario el buitre tipifica la codicia. Por su parte, las aves paradas en los árboles tienen carácter sagrado en el Islam. Según creencias y algunas “supersticiones” documentadas entre los musulmanes norteafricanos, la cigüeña, la tórtola, la paloma son portadores de “baraka” y gracias superiores. Sin embargo, de mal agüero se tachan al búho y al cuervo.
 
2.- Dos yuntas de bueyes aran solas junto a Isidro. Es el segundo milagro, muy difundido en el S..XIII y conocido hasta hoy. El amo, informado por otros trabajadores conoce que Isidro ora y no se aplica a la labor agrícola. Para comprobarlo, el señor se esconderá y verá que dos pares de yuntas de bueyes blancos labran solas, sin que ningún ser perceptible las guíe o conduzca. Según el relato más antiguo del Códice, a Isidro en realidad le ayudaban unos seres invisible, lo cual tiene paralelismos con los yunn, espíritus marroquíes. Se les oye, se ve lo que hacen, o se nota su presencia por algo extraño, pero no son palpables. 

San Isidro labrador con ángel y bueyes. Museo de San Isidro (1881)
 

El milagro fue modificado en parte en versiones posteriores “…bueyes guiados por un ángel… El amo [,..] Pues había visto que araba en el campo con bueyes blancos un joven, al que había tomado por un vecino que le ayudaba. Pero cuando hizo acto de presencia, no vio a nadie”. Esta variante es la que se cantaba en los Oficios en la iglesia de San Andrés en honor del santo.

3.- Isidro no abandona la iglesia para proteger a su asno. Mientras reza en Santa María Magdalena, entran unos jóvenes diciendo que hay un lobo que acosa al burro del Labrador. “El varón de Dios les contestó: -Id en paz hijos; hágase la voluntad del Señor-, Y una vez acabada la oración, salió a ver qué había ocurrido con el peligro avisado y encontró a su asno libre y sin heridas. Por esta razón, reconfortado por la Divinidad, volvió al punto a la iglesia de Santa María Magdalena para dar gracias a Dios, cuya misericordia -socorre a las hombres y a las bestias”. El labrador permanece orando y Dios le premia, salvando su jumento del ataque del lobo.
 
4.- Multiplicación de alimentos para dar de comer a un pobre en su casa [la del propio Santo]. Isidro manda que se vuelva a mirar la olla que se sabía vacía, y tras su súplica aparece llena. Durante la Edad Media la multiplicación de alimentos fue uno de los milagros más reiterados entre los santos, tanto cristianos como musulmanes, San Julián (1128-1208), o la madre de Santo Tomás de Villanueva…  
Para los musulmanes, la hospitalidad, ofrecer comida aunque nada se tenga, es una cualidad muy valorada, así ocurre con Abu-l-Hayyay y con el gran santo sahariano Sidi Shaykh. 


Milagros de San Isidro. Museo de Historia (S. XVII)

 5.- Multiplicación de alimentos durante la celebración de una cofradía, Isidro llega tarde por haber estado orando y trae a unos pobres que había recogido. Los cofrades sólo tenían reservada una porción de comida para el Labrador, milagrosamente la olla estaba rebosante del guiso.

“Acabado el banquete, el servidor de Dios llevó las manos al cielo y bendijo el nombre del Señor… Viendo esto, todos los presentes supieron que el hombre de Dios era en verdad su siervo,   El que hace levantar a un menesteroso del polvo y alza a un pobre del cieno, que se siente con los príncipes y ocupe el trono de la gloria…” 

 

Lourdes de Miguel Pedrero. 

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BIBLIOGRAFÍA 

-ASÍN PALACIOS, M. (1981): Vidas de santones andaluces. La Epístola de la santidad de Ibn Arabi de Murcia. Ediciones Hiperión. Madrid.  

-FERNÁNDEZ MONTES, M. (1999): “Isidro, el varón de Dios, como modelo de sincretismo religioso en la Edad Media”.. En REVISTA DE DIALECTOLOGÍA Y TRADICIONES POPULARES, Tomo LIV, Cuaderno Primero, CSIC, Madrid. 

-GIL-BENUMEYA, D. (2018): Madrid Islámico, la historia recuperada. Ed. Madrid Destino, Cultura, Turismo y Negocio. En año 2020, 2ª edición revisada, Fundación de Cultura Islámica, Doha: Dar Al Thaqafah 

-ZOZAYA MONTES, L. (2011): “Construcciones para una canonización. Reflexiones sobre los lugares de memoria y de culto en honor a San Isidro Labrador. En TIEMPOS MODERNOS, Revista Electrónica de Historia Moderna, Vol.7, nº22. 

2021: I Congreso Interdisciplinar de Historia y Memoria del Madrid Islámico, (andalusí, mudéjar y morisco). Universidad Complutense, Facultad Filología, 20-21 mayo 2021: https://funci.org/wp-content/uploads/2021/04/Programa_Congreso-interdisciplinar-de-historia-y-memoria-del-Madrid-islamico.pdf  

2021: V Ciclo de conferencias “Lope de Vega y la Canonización de San Isidro”, Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino (FLCC) de la Universidad San Dámaso (UESD), 14 diciembre 2021: https://www.archimadrid.org/index.php/oficina-de-informacion/noticias-madrid/san-damaso-organiza-el-v-ciclo-de-conferencias-lope-de-vega-y-la-canonizacion-de-san-isidro 

 

jueves, 12 de mayo de 2022

San Isidro en Mayrit y Magerit (1)

Mim, yim, ra, ya, ta: cinco letras árabes componen la palabra Maŷrit [Madrid]. Al-Razi atribuyó la fundación de la ciudad a la iniciativa de Muhammad I, quinto emir independiente de al-Ándalus. (Maŷrit) geográficamente localizada en el Sistema Central, quedó durante siglos como límite norte de al-Ándalus. Una zona de frontera, a la que los andalusíes llamaban al-Thagr al-Awsat, «la Marca Media» o «la Frontera Media». La taifa-reino de Toledo era una de las muchas fracciones en las que se dividió Al-Andalus. De la taifa toledana formaba parte Maŷrit siendo a la vez línea y límite peligroso en la Reconquista cristiana.

Alfonso VI llegó a Toledo en el 1083, durante dos años impuso un asedio, el 6 de mayo de 1085 la ciudad se rindió, cayó todo el reino de Toledo y con él Maŷrit, Magerit en castellano medieval, Madrid. 


Modelo de Puerta islámica, arco de herradura con dos torres, (Siglo XI, Museo Arqueológico Regional de Madrid))
Modelo de Puerta islámica, arco de herradura con dos torres, (Siglo XI, Museo Arqueológico Regional de Madrid))

En este contexto se sitúa la figura de San Isidro, una época de enfrentamientos, pero también de convivencia, intercambios culturales y sincretismo, lo que hace que la figura histórica de Isidro quede envuelta en las brumas de la leyenda y dificulta conocer su verdadera significación.
 
Los estudios sobre el “protagonista” son muy numerosos desde el siglo XIII hasta hoy, resultado de investigaciones hagiográficas, de literatura Medieval y Siglo de Oro, excavaciones arqueológicas, análisis históricos que enriquecen el conocimiento sobre San Isidro y Madrid en la historia de España.

Sin embargo, escasos son los trabajos desde el punto de vista de la antropología cultural. Matilde Fernández Montes y Cristina Segura observan, como escribe Daniel Gil-Benumeya (2018) “que la vida de Isidro recuerda a los «amigos de Dios» o maestros místicos del islam”. Por ejemplo, el empeño en vivir del trabajo de sus manos, la ayuda divina cuando debe anteponer lo espiritual a lo temporal, la tendencia a ocultar sus milagros, la muerte tranquila y pacífica, la relación con la naturaleza, los animales y el agua y, muy importante, el matrimonio y la vida familiar, que en el cristianismo constituye un demérito a efectos espirituales y en el islam ocurre lo contrario.

La sugerencia es que el personaje ficticio de Isidro podría ser producto de un sincretismo cristiano-musulmán que hunde sus raíces en el Madrid andalusí y que se desarrolló posteriormente como culto popular en el Madrid cristiano, musulmán y judío.  “El hombre humilde Isidro, el labrador que supera en su santidad a aristócratas y monjes, representa un tipo de valores que en el cristianismo sólo se conocieron a partir del siglo XIII, aunque entre los santos del Magreb tiene precedentes ya desde el XI”, tal y como escribe Fernández Montes (1999).


Arca sepulcral de San Isidro
Arca sepulcral de San Isidro. Museo de Historia de Madrid

El Santo “Labrador”, de Maŷrit,  en  Magerit,  para  Madrid, desde la tierra que araba y a los cielos que llegaba... Sus prodigios y milagros, como hombre tocado por la “baraka”, una suerte de “gracia divina” que sólo poseen los elegidos, se fueron transmitiendo oralmente a lo largo de cientos de años.  El Códice de Juan Diácono es el texto, que fue escrito hacia 1271/1275, cuenta los milagros que el Bienaventurado Isidro realizó con la naturaleza, las aves, el alimento, el agua, los pobres… 


Isidro era un sencillo labrador y ofrece semejanzas con santos islámicos tardomedievales de la península y del norte de África. “El modelo cristiano basado en la combinación del ascetismo y contemplación con el servicio a la humanidad a través de realización de milagros…se corresponde con el wali islámico [amigo, protector]”. Hay prodigios que se cuentan de manera casi idéntica, algunas figuras como San Vicente fueron veneradas por ambas religiones en la Península. Probablemente hubo influencias en ambos sentidos. 

El trabajo manual es nota distintiva de los santos islámicos, por el contrario, los cristianos de la época (Edad Media) casi en la totalidad se dedican a la vida contemplativa y ascética, siendo raro los que ejercen un oficio-profesión.

Isidro en el Códice aparece como hombre afable y es cualidad habitual en los santos musulmanes. “Aben Chueco, el toledano que habitó en Madrid, -ante cuyos hermanos y discípulos- aparecía como el hombre más afectuoso y de mejor carácter…”, según Jaime Oliver Asín que recoge M. Fernández (1999). Ibn Arabi escribe sobre varios santos andalusíes que conoció en Sevilla: Abu-l-Hayyay, hombre de campo, el fámulo Abu Ali al-Sakkaz que se ganaba la vida con la labor de sus manos o el zapatero sevillano Salih al-Jarraz. (Asín Palacios, M. 1981).  
 

 

Gloria de San Isidro
Zacarías González Velázquez -Apoteosis de San Isidro-, 1789. Capilla del Museo de San Isidro, Madrid 

Isidro falleció en 1172 y se le enterró en el cementerio de la Parroquia de San Andrés. Allí en 1212, fue recuperado un cuerpo incorrupto que se atribuyó a San Isidro. El traslado de las reliquias era importante, pues sacralizaban el espacio, así que en el mismo año de 1212 fueron colocadas en el altar Mayor de la Iglesia de San Andrés, lugar de culto y memoria en honor al Labrador. El culto se centra en su sepulcro, allí se acude para obtener la mediación milagrosa, lo cual es una práctica que alcanzó un elevadísimo desarrollo en las religiones islámica y cristiana en la Edad Media.  

Y es que la verdadera vida de un santo comienza tras su muerte.
 
 

Lourdes de Miguel Pedrero

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BIBLIOGRAFÍA 

-ASÍN PALACIOS, M. (1981): Vidas de santones andaluces. La Epístola de la santidad de Ibn Arabi de Murcia. Ediciones Hiperión. Madrid.  

-FERNÁNDEZ MONTES, M. (1999): “Isidro, el varón de Dios, como modelo de sincretismo religioso en la Edad Media”.. En REVISTA DE DIALECTOLOGÍA Y TRADICIONES POPULARES, Tomo LIV, Cuaderno Primero, CSIC, Madrid. 

-GIL-BENUMEYA, D. (2018): Madrid Islámico, la historia recuperada. Ed. Madrid Destino, Cultura, Turismo y Negocio. En año 2020, 2ª edición revisada, Fundación de Cultura Islámica, Doha: Dar Al Thaqafah 

-ZOZAYA MONTES, L. (2011): “Construcciones para una canonización. Reflexiones sobre los lugares de memoria y de culto en honor a San Isidro Labrador. En TIEMPOS MODERNOS, Revista Electrónica de Historia Moderna, Vol.7, nº22. 

2021: I Congreso Interdisciplinar de Historia y Memoria del Madrid Islámico, (andalusí, mudéjar y morisco). Universidad Complutense, Facultad Filología, 20-21 mayo 2021: https://funci.org/wp-content/uploads/2021/04/Programa_Congreso-interdisciplinar-de-historia-y-memoria-del-Madrid-islamico.pdf  

2021: V Ciclo de conferencias “Lope de Vega y la Canonización de San Isidro”, Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino (FLCC) de la Universidad San Dámaso (UESD), 14 diciembre 2021: https://www.archimadrid.org/index.php/oficina-de-informacion/noticias-madrid/san-damaso-organiza-el-v-ciclo-de-conferencias-lope-de-vega-y-la-canonizacion-de-san-isidro