Originalmente Publicado el 11 de Abril de 2012.
Con el paso del tiempo, que todo lo envuelve en las brumas del
misterio y la leyenda, el hundimiento del Titanic se ha transformado en
uno de los hechos históricos más conocidos, estudiados, difundidos y
reconstruidos por la literatura y el cine. Probablemente por haber sido
tomado como un símbolo de los peligros de una sociedad cada vez más
tecnificada e industrializada, su impacto se ha convertido en un
acontecimiento global, cuyo interés trasciende de su propia importancia
real, para pasar a formar parte del imaginario colectivo de la sociedad.
¿También en España? Probablemente, la mejor forma de averiguarlo es
acudir a las escasas fuentes de información de las que disponían
nuestros abuelos: las publicaciones periódicas.
Poco caso le había hecho la prensa española al Titanic y a su hermano
gemelo en los astilleros, el Olimpic, en fechas anteriores al
accidente, más allá de alguna referencia en la prensa especializada como
Vida marítima que los llama “dos buques monstruos” y algún artículo de
fondo aparecido el “El Día” en 1909 en el que se alude a “lucha imbécil de lujo y derroche”, que las grandes navieras de la época estaban entablando.
Cerca de la medianoche del 14 de abril, se produjo el impacto que
terminaría pocas horas después con la breve vida del Titanic y de buena
parte de la de sus ocupantes. Las primeras noticias llegan a las
redacciones de los periódicos justo a tiempo para salir en un breve en
sus ediciones del día 16. Prueba de la confusión del momento, son estas
primeras notas de La Correspondencia de España en el que se alude al
salvamento del pasaje y el remolque del barco.
En los días siguientes, las crónicas abandonan toda esperanza de salvamento generalizado y pronto surge la palabra catástrofe.
Con estas crónicas, de obligada lectura, se
comprueba cómo el impacto que supuso la catástrofe llegó a España, que
participó en el desconcierto y el duelo general que se produjo tras el
accidente. Las semanas siguientes, las revistas y semanarios tomaron el
relevo de la información, añadiendo lo gráfico a sus crónicas e
incluyendo ilustraciones a doble página (a veces a todo color) con
reconstrucciones ideales del accidente, vagamente basadas en el
testimonio de los supervivientes:
Y con informaciones sobre la dotación del barco que incluían retratos del capitán y de parte de la tripulación:
En el Times londinense encontramos la lista de los pasajeros de 1ª y
2ª clase que incluía a varios españoles: Servando Ovies, el matrimonio
Peñasco (y su doncella) que se encontraba de luna de miel, las hermanas
Durán y Emilio Pallás. Desgraciadamente los nombres del Sr. Ovies y el
Sr Peñasco se unieron a las más de 1500 victimas del suceso que ahora
recordamos en este blog.
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