Originalmente Publicado el 15 de Diciembre de 2009.
Además de tener una función eminentemente ornamental, la fuente de la Cibeles fue concebida para que tuviera una finalidad práctica como fuente para el suministro de los madrileños que iban a ella con sus cántaros para aprovisionarse de agua potable. En un principio esta utilidad se iba a proporcionar a través de un surtidor con la forma de una jarra con un niño sentado encima, de la que brotaría el agua para uso público. Así se puede ver en el diseño original de la Cibeles firmado por Ventura Rodríguez, conservado primero en el Archivo de Villa y después en el Museo de Historia del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, esta figura infantil no llegó jamás a realizarse, por lo que la fuente sólo sirvió como abrevadero para los animales durante los primeros 13 años de su existencia (1781-1794).
Además de tener una función eminentemente ornamental, la fuente de la Cibeles fue concebida para que tuviera una finalidad práctica como fuente para el suministro de los madrileños que iban a ella con sus cántaros para aprovisionarse de agua potable. En un principio esta utilidad se iba a proporcionar a través de un surtidor con la forma de una jarra con un niño sentado encima, de la que brotaría el agua para uso público. Así se puede ver en el diseño original de la Cibeles firmado por Ventura Rodríguez, conservado primero en el Archivo de Villa y después en el Museo de Historia del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, esta figura infantil no llegó jamás a realizarse, por lo que la fuente sólo sirvió como abrevadero para los animales durante los primeros 13 años de su existencia (1781-1794).
Para solucionar lo que era una demanda popular Juan de Villanueva
propuso disponer en los costados de la fuente dos surtidores que
arrojaran agua potable y que representaran además los emblemas
heráldicos de la villa: un dragón y un oso. Para labrarlos se eligió el
proyecto de Alfonso Giraldo Bergaz que tasó el dragón en 7.000 reales y
el oso en 6.000 reales.
El uso de los surtidores estaba reglamentado y reservado a según qué
usuarios. Por un lado, los 50 aguadores asignados a esta fuente tenían
el uso exclusivo del surtidor de la figura del oso, mientras que en el
caso del dragón el aprovisionamiento era libre para todos los
ciudadanos.
En 1841 robaron el caño de bronce del que brotaba el agua por la boca
del oso, rompiéndole la mandíbula, por lo que tuvo que ser reparado con
un coste de 1.800 reales. Las figuras estuvieron en activo 21 años más
hasta que se prohibió el uso público de la fuente y las dos figuras
definitivamente retiradas.
Mientras que el dragón fue emplazado en un almacén municipal para
después ser ubicado en el patio de la Casa Cisneros en la Plaza de la
Villa, para el oso se reservaba un destino más concurrido en el Parque
del Retiro, concretamente en la zona de la Casa de Fieras. Incluso
durante una temporada se situó dentro del recinto de los osos, tal y
como se aprecia en esta foto de 1958.
Finalmente ambas esculturas volvieron a encontrarse después de décadas
de separación al ser ubicadas en su actual destino, el patio del Museo
de los Orígenes, donde se encuentran expuestas junto con más figuras
procedentes de otras fuentes del Paseo del Prado.
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