Originalmente Publicado el 25 de Diciembre de 2011.
Suele estar admitido que, el origen de la
tradición de tomar doce uvas al ritmo de las campanadas del reloj de la
Puerta del Sol a las 12 de la noche del último día del año se remonta a
1909, cuando un grupo de viticultores alicantinos consiguió dar salida a
sus excedentes de producción haciendo creer que consumirlas el día de
Nochevieja garantizaba buena suerte para todo el año.
Esta celebración giraba en torno a una
broma que los madrileños gastaban a los recién llegados a la
capital, fundamentalmente a gallegos, asturianos y cántabros. La broma
consistía en hacerles creer que los Reyes Magos, conforme visitaban los
hogares madrileños, iban dejando dinero en los balcones. De esta forma,
los incautos que picaban con esta inocentada iban escalera en mano
subiendo a las casas para recoger las monedas y depositarlas en un
capazo como el que porta el protagonista de esta escena. Durante la
fiesta los madrileños recorrían las calles con hachones encendidos y
arrastrando latas por el suelo, produciendo un estrépito insoportable.
Tal era el bullicio y el escándalo
formado en las calles de la capital, fundamentalmente en la Puerta del
Sol, que en 1882 el alcalde de Madrid, don José Abascal (cántabro, para
más señas) quiso abolir esta costumbre mediante la imposición de una
tasa de cinco pesetas para todos aquellos que quisieran participar en la
celebración. Pocos quisieron pasar por caja y ese mismo año la
procesión dejó de realizarse, al menos en el centro de la capital.
Esta prohibición no arredró a los
madrileños que querían seguir celebrando las fiestas de Navidad en las
calles de la ciudad. Tal es así que se cuenta que, poco tiempo después
comenzaron a reunirse en el día de Nochevieja en la misma Puerta del Sol
a celebrar la entrada del nuevo año con la voluntad de armar el mayor
bullicio posible.
Con el ánimo festivo y burlón, y como
forma de ridiculizar a la clase política que les impedía celebrar la
fiesta a su modo, empezaron a tomar las uvas al ritmo de las campanadas
del Ministerio de la Gobernación, satirizando la aristocrática costumbre
recien importada de Francia de tomar uvas y champagne durante la
Nochevieja, práctica que se refleja en este recorte de la
Correspondencia de España.
Poco a poco la costumbre se fue
implantando en toda la ciudad, tal y como se desprende de este anuncio
del Imparcial del 29 de diciembre 1898.
instaurándose una tradición que se trasladó a toda España, a pesar de las quejas de algunos:
Ver más: http://gavriel.es/motril/historia/rdm20.htm
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