Originalmente Publicado el 8 de Septiembre de 2011.
Hay que buscar los antecedentes de la Casa de Fieras del Retiro en el año 1774 cuando Carlos III mandó construir un zoológico en la actual Cuesta de Moyano. Fue Fernando VII quien trasladó las instalaciones a la zona actual, mandando construir la conocida como «La Leonera», edificio de dos plantas que todavía pervive, en cuya parte inferior se ubicaban las jaulas para los animales.
Hay que buscar los antecedentes de la Casa de Fieras del Retiro en el año 1774 cuando Carlos III mandó construir un zoológico en la actual Cuesta de Moyano. Fue Fernando VII quien trasladó las instalaciones a la zona actual, mandando construir la conocida como «La Leonera», edificio de dos plantas que todavía pervive, en cuya parte inferior se ubicaban las jaulas para los animales.
Hasta 1868 era la Casa Real quien asumía
los gastos de mantenimiento de la “Casa de fieras” pero con la llegada
de la 1ª República el Ayuntamiento de Madrid se ocupó de su gestión.
Pronto este espacio resultó ruinoso para las arcas municipales así que se decidió ceder los derechos de explotación al empresario de circo Luis Cabañas. Éste amplió la nómina de animales expuestos y atrajo al público con una forma muy espectacular de llevar el negocio, llegando a prestar animales para la realización de luchas en plazas de toros, como en el caso de elefante Nerón ya visto en otra entrada de nuestro blog.
También sacaba a pasear cocodrilos para
que tomaran el sol y llevaba a los elefantes a bañarse a una fuente del
parque hasta que un día la elefante Pizarro se escapó por la calle
de Alcalá sin hacer daño a nadie, eso sí. Finalmente, y ante el susto de
sus propietarios, se metió en una tahona donde se zampó todo el pan que
pudo encontrar.
A pesar de la proyección del Parque su
situación higiénica y las instalaciones de los animales eran
lamentables. Se lee en la Revista Nuevo Mundo del 1 de diciembre de 1916
que el parque contaba con “tapiales ruinosos, verjas mohosas,
tenderetes de madera podrida y unos pabellones destartalados, viejos,
húmedos y sombríos [...] y unas celdillas de colmena donde se exhiben
incrustados una docena y media de infortunados animales” como el león de
Abisinia que vemos más abajo. El concesionario se defendía diciendo que
el Ayuntamiento no había invertido en cuatro años una sola peseta en
mejorar las instalaciones y probablemente fuera cierto...
Las comparaciones con otros zoológicos
nacionales e internacionales obligaron a la denuncia del contrato con la
familia Cabañas el 31 de diciembre de 1918 y ala reforma del parque.
Después de un largo período de obras, impulsadas por el Jardinero Mayor
Cecilio Rodríguez, el parque zoológico se reinauguró en octubre de 1921
contando con la presencia de Alfonso XIII y un escaso número de animales
salvajes, cosa que quitó lustre al acontecimiento.
Poco a poco los animales fueron
llegando, como este hipopótamo friolero que en invierno pasaba a nadar
en una piscina cubierta con calefacción incluida.
Sin embargo, los animales seguían contando con escaso espacio y
probablemente por esta razón llegaron a causar nuevamente problemas de
orden público como los provocados por este oso polar que en julio de
1927 atacó a su cuidador a quien vemos en esta instantánea lanzándole un
trozo de carne.
Más tarde este mismo oso se escapó
sembrando el pánico por el parque por lo que fue inevitable abatirlo a
tiros para evitar males mayores.
Nuevas obras de ampliación en 1929,
también diseñadas por Cecilio Rodríguez, doblaron su espacio lo que
facilitó la exhibición de nuevas especies animales en el parque. Este se
enriqueció además con fuentes, columnatas decoradas con rosales
trepadores, nuevos jardines con azulejos sevillanos, etc., adquiriendo
el espacio el aspecto que muchos llegamos a conocer.
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