Originalmente Publicado el 5 de Junio de 2013.
El Madrid de los primeros años del siglo
XX apenas contaba con establecimientos hoteleros que reunieran unas
mínimas condiciones de habitabilidad, cosa que se puso en evidencia
durante la boda de Alfonso XIII en 1906 en la que fue imposible albergar
adecuadamente a muchos de sus invitados.
En 1910 se inauguró el Ritz, aunque
pronto quedó en evidencia que sus 180 habitaciones no eran suficientes
para atender a la creciente demanda de los turistas y visitantes que
acudían a la ciudad.
En ese momento empezaban a proliferar en
todas las capitales europeas hoteles de alta calidad en el centro de
las ciudades y Madrid no se quedó atrás en esta carrera por ofrecer el
lujo a sus visitantes. Animado por el rey, el empresario George Marquet
acometió el proyecto de construcción del Hotel Palace con el objetivo
de superar los servicios del Ritz. En apenas catorce meses el Hotel se
levantó en el solar del palacio de los Duques de Medinaceli en el Paseo
del Prado. Muy cerca del poder político, financiero y cultural de la
ciudad, el Hotel Palace fue identificado como un centro del lujo y de la
distinción ya desde el momento de su inauguración en septiembre de
1912.
Entre sus comodidades destacaba alguna
que ahora consideramos normales pero que, en aquella época, ni siquiera
el Ritz contaba con ellas. En el Palace, cada habitación contaba con
baño y teléfono, lo cual provocó la participación en la construcción de
todo un batallón de fontaneros ingleses, de especalistas para la
instalación de ascensores, etc.
Fueron especialmente famosos los
servicios que el Palace proporcionaba en sus instalaciones de la planta
baja. Entre ellas destacaba la “Brasserie”, donde se servían cervezas
alemanas de importación y se realizaban exposiciones artísticas. Además,
el Palace contaba con grandes salones como el Neptuno, el Francés, el
Medinaceli, el de Cortes, el Jardín de Invierno...
El éxito fue inmediato y estos salones se convirtieron en el centro
de reunión de la alta burguesía y la aristocracia madrileña. Entre todos
ellos el más famoso fue el Salón de Té, instalado en el Jardín de
Invierno, cuyas celebraciones ejercieron una especial fascinación sobre
los madrileños, tal y como podemos observar en las abundantes
ilustraciones y fotografías publicadas en las revistas Nuevo Mundo y La
Esfera y que están datadas entre 1912 y 1918.
Aunque nada mejor, para cerrar el día,
que acudir al Grill Room del Palace donde a partir de 1923 se celebraron
las primeras sesiones de jazz de Madrid.
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