martes, 19 de enero de 2016

Las tres heridas de las Cuatro Fuentes

Originalmente Publicado el 20 de Octubre de 2013.

Las Cuatro Fuentes del Paseo del Prado, esculpidas según diseño de Ventura Rodríguez, formaban parte del proyecto urbanístico del Salón del Prado, como se le conocía en su momento, ideado en tiempos del rey Carlos III e impulsado por el entonces presidente del Consejo de Castilla, el Conde de Aranda.



La finalidad del proyecto consistió en dotar de unidad a los diferentes espacios que se situaban a las afueras de la ciudad por el oeste, antes de ingresar en el conjunto palaciego del Retiro. Para ello, el responsable de su diseño, el arquitecto José de Hermosilla, ideó un gran paseo lleno de fuentes, jardines y vías arboladas.



Hermosilla articuló el Salón del Prado en varios tramos adornados con fuentes monumentales, todas ellas diseñadas por Ventura Rodríguez y labradas por los más importantes escultores del momento. De esta forma, el Paseo se abría con la Fuente de la Cibeles en su extremo norte y se cerraba con la Fuente de la Alcachofa en el sur. Digamos de pasada que esta última se trasladó en 1877 a los jardines del Retiro, aunque la imagen que abajo exponemos, la sitúa en su ubicación original.
 



Entre ambas, y segmentando el espacio, otras fuentes como la de las Cuatro estaciones, (también conocida como de Apolo) y la de Neptuno poco tenían que envidiar a la majestuosidad de las ya mencionadas. Las observamos en los diseños originales de Ventura Rodríguez.

 


Finalmente, iniciando el último tramo del Paseo junto a lo que hoy es la Plaza de Murillo, se dispuso una glorieta adornada con cuatro pequeñas fuentes gemelas, mucho menos conocidas que las anteriores.



Terminadas en 1781, las Cuatro fuentes sólo se diferencian entre ellas por el remate escultórico superior donde se representan las reseñadas esculturas de  Nereidas y Tritones quienes sostienen un delfín de cuya boca mana el agua hacia arriba. Se trata de fuentes mucho más modestas que sus hermanas mayores y que, además, han resistido peor las heridas provocadas por el paso del tiempo.




Ya desde un primer momento las fuentes quedaron separadas por el tráfico rodado, haciéndose esta separación cada vez más evidente según aumentaba la circulación de vehículos. Esta circunstancia provocó la primera de sus heridas ya que la separación dificulta observarlas como un conjunto (Foto: Goggle Maps).


La Guerra Civil también hirió de gravedad a las Cuatro Fuentes. Una de ellas resultó terriblemente dañada, tal y como vemos en la imagen tomada del blog “El Archivo Rojo”. En ella se puede ver incluso la cabeza de uno de los tritones entre los escombros depositados en el pilón.


El cada vez más cercano paso de los vehículos de motor, la contaminación, la erosión del agua y la calidad de la piedra caliza en la que están construidas, ocasionaron la herida definitiva a las Cuatro Fuentes, que vieron cómo sus figuras mitológicas quedaron prácticamente irreconocibles. Visto el deterioro, en 1996 se decidió proceder a su restauración y retirada de su emplazamiento. Lo que podemos observar en la actualidad son réplicas en resina obtenidas a través de moldes aplicados a los originales. Las estatuas, casi descarnadas por el paso del tiempo, son ahora visitables en el Museo de San Isidro como testimonio de las heridas que la vida en una gran ciudad puede provocar a su patrimonio.




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