Las Cuatro Fuentes del Paseo del Prado, esculpidas según diseño de
Ventura Rodríguez, formaban parte del proyecto urbanístico del Salón del
Prado, como se le conocía en su momento, ideado en tiempos del rey
Carlos III e impulsado por el entonces presidente del Consejo de
Castilla, el Conde de Aranda.
La finalidad del proyecto consistió en
dotar de unidad a los diferentes espacios que se situaban a las afueras
de la ciudad por el oeste, antes de ingresar en el conjunto palaciego
del Retiro. Para ello, el responsable de su diseño, el arquitecto José
de Hermosilla, ideó un gran paseo lleno de fuentes, jardines y vías
arboladas.
Hermosilla articuló el Salón del Prado
en varios tramos adornados con fuentes monumentales, todas ellas
diseñadas por Ventura Rodríguez y labradas por los más importantes
escultores del momento. De esta forma, el Paseo se abría con la Fuente
de la Cibeles en su extremo norte y se cerraba con la Fuente de la
Alcachofa en el sur. Digamos de pasada que esta última se trasladó en
1877 a los jardines del Retiro, aunque la imagen que abajo exponemos, la
sitúa en su ubicación original.
Entre ambas, y segmentando el espacio,
otras fuentes como la de las Cuatro estaciones, (también conocida como
de Apolo) y la de Neptuno poco tenían que envidiar a la majestuosidad de
las ya mencionadas. Las observamos en los diseños originales de Ventura
Rodríguez.
Finalmente, iniciando el último tramo
del Paseo junto a lo que hoy es la Plaza de Murillo, se dispuso una
glorieta adornada con cuatro pequeñas fuentes gemelas, mucho menos
conocidas que las anteriores.
Terminadas en 1781, las Cuatro fuentes
sólo se diferencian entre ellas por el remate escultórico superior donde
se representan las reseñadas esculturas de Nereidas y Tritones quienes
sostienen un delfín de cuya boca mana el agua hacia arriba. Se trata de
fuentes mucho más modestas que sus hermanas mayores y que, además, han
resistido peor las heridas provocadas por el paso del tiempo.
Ya desde un primer momento las fuentes
quedaron separadas por el tráfico rodado, haciéndose esta separación
cada vez más evidente según aumentaba la circulación de vehículos. Esta
circunstancia provocó la primera de sus heridas ya que la separación
dificulta observarlas como un conjunto (Foto: Goggle Maps).
La Guerra Civil también hirió de
gravedad a las Cuatro Fuentes. Una de ellas resultó terriblemente
dañada, tal y como vemos en la imagen tomada del blog “El Archivo Rojo”. En ella se puede ver incluso la cabeza de uno de los tritones entre los escombros depositados en el pilón.
El cada vez más cercano paso de los
vehículos de motor, la contaminación, la erosión del agua y la calidad
de la piedra caliza en la que están construidas, ocasionaron la herida
definitiva a las Cuatro Fuentes, que vieron cómo sus figuras mitológicas
quedaron prácticamente irreconocibles. Visto el deterioro, en 1996 se
decidió proceder a su restauración y retirada de su emplazamiento. Lo
que podemos observar en la actualidad son réplicas en resina obtenidas a
través de moldes aplicados a los originales. Las estatuas, casi
descarnadas por el paso del tiempo, son ahora visitables en el Museo de
San Isidro como testimonio de las heridas que la vida en una gran ciudad
puede provocar a su patrimonio.
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