Originalmente Publicado el 1 de Febrero de 2013.
El teléfono, patentado por Graham Bell en 1876, no fue reconocido
inmediatamente como el invento que acabaría revolucionando el mundo de
las comunicaciones, sino que en un principio fue tomado como una mera
curiosidad. Y es que en ese momento las necesidades de comunicación
estaban sobradamente cubiertas con el telégrafo.
No obstante, poco a poco la nueva tecnología llegó a España. Después
de varias experiencias en el Castillo de Montjuich de Barcelona, en
Madrid se puso en marcha el primer ensayo de red telefónica en 1883.
Ésta unía el Palacio Real con las sedes ministeriales y varias
dependencias oficiales más. Como el éxito de la experiencia fue grande,
el Cuerpo de Telégrafos llevó a cabo la implantación del primer servicio
de abonados dirigido a particulares que estuvo preparado para funcionar
en enero de 1885.
El primer mes se apuntaron al servicio 49 suscriptores, a pesar de las 300 pesetas que costaba el abono que se decía era la tarifa más alta del mundo. Como se lee en La Ilustración Española y Americana del 22 de marzo de 1886 “Eso de ponerse uno en comunicación con todo Madrid sin necesidad de hacer visitas ni aun de salir de casa, es el prototipo de los encantos”.
En marzo de 1886 mil kilómetros de cable recorrían los tejados de
Madrid para dar servicio a 486 abonados a través de los cuales se
conectaban a una Estación central, tal y como se ve en la imagen. La
estación era atendida por Señoritas Telefonistas que, colocadas delante
de sus tableros, atendían cada una a cincuenta números de abonados. Como
curiosidad diremos que estas mujeres trabajaban hasta las 9 de la
noche, hora a partir de la cual se encargaban del servicio operadores de
telégrafos masculinos.
Entre los primeros clientes de la red figuró el Ayuntamiento de
Madrid donde, en sus diferentes dependencias se instalaron una gran
cantidad de aparatos. De esta manera las Casas Consistoriales, las Casas
de Socorro, Cuarteles de Bomberos, Tenencias de Alcaldía, etc. pudieron
comunicarse entre ellas. Además, otro aparato fue instalado en la
residencia del Alcalde.
Vemos todos estos detalles en el Reglamento para el uso de la Red
Urbana Telefónica Municipal publicado en febrero de 1885. En él también
leemos estas instrucciones: [cuando suene el timbre] “se tomarán los
teléfonos, se aplicarán á los oídos y después de escuchar la palabra
“central” se aproximará la boca á la tablilla amarilla que está sobre el
pupitre que forma la caja del aparato, y manifestarán lo que deseen...
En ningún caso han de separar estos aparatos de los oídos mientras dure
la comunicación".
Los teléfonos con mayor implantación eran los que empleaban el sistema Ader y el Mix y Genest.
La Biblioteca Histórica conserva un documento donde se describe el
funcionamiento de este aparato de una manera muy especial ya que, a
través de ilustraciones troqueladas, es posible entrar en su mecanismo.
Lo cual nos permite, moviendo las pestañas y solapas del papel, acceder
a su mecanismo. Aquí lo vemos abierto y cerrado:
Y aquí entrando en el interior del auricular:
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