Originalmente Publicado el 3 de Septiembre de 2012.
La Iglesia de San Miguel de los Octoes
fue una de las primitivas diez parroquias que se mencionan en el Fuero
de Madrid de 1202. Se situaba en el límite oriental de la ciudad junto a
la Puerta de Guadalajara a cuyas afueras se desarrollaría más tarde la
Plaza Mayor. La iglesia estuvo constreñida por la muralla de la villa
hasta 1585, cuando ésta empezó a derribarse. Gracias a esta demolición
surgió también la plazilla de San Miguel, donde se vendían
verduras y pescado, lo cual es el precedente del actual mercado. Podemos
ver la traza de la iglesia (marcada con una L) en el plano de Texeira
de 1656.
Durante el siglo XVII San Miguel sufrió
varios percances como el desplome de la Capilla de los Zapatas. Todos
ellos oblegaron a realizar diversas obras de reforma. No debieron ser
éstas realizadas a fondo ya que durante el siglo XVIII el deterioro de
su fábrica se hizo nuevamente evidente. Tal era así que el 21 de abril
de 1789 se solicitó permiso al Ayuntamiento para remodelar su aspecto
exterior “con motivo de hallarse ruinosa la torre y la fachada principal
de la iglesia”. El proyecto, que vemos en la imagen, fue aprobado por
el Arquitecto Mayor de la Villa, Juan de Villanueva.
Las obras comenzaron a buen ritmo, tanto
que en enero de 1790 ya se había construido a la altura del zócalo tal y
como se menciona en el mismo expediente donde se conserva la solicitud
de inicio de las obras. Llegados a este punto Villanueva realizó una
nueva inspección a las obras no viendo inconveniente alguno en que éstas
continuaran. En la parte inferior izquierda de esta imagen se aprecia
su firma consignando que la obra se ejecutaba conforme a licencia.
Fue entonces cuando sucedió el desastre.
El Incendio de la Plaza Mayor del 16 de
agosto de 1790, que destruyó todo su flanco oeste, se extendió también a
sus zonas aledañas, afectando de forma más que considerable a la
Iglesia de San Miguel. En este detalle de un grabado de la época vemos,
desde la perspectiva de la Plaza Mayor, como acabó derrumbándose su
cubierta (4), entre otros desperfectos.
El incendio quedó relatado en el Diario de Madrid donde se resalta el hecho de la casi destrucción de la iglesia.
Tras unos años de abandono, en los que
ladrones y malhechores campaban a sus anchas por la zona saqueando lo
poco de valor que pudiera quedar entre las ruinas, en 1798 se comenzó a
reedificar la iglesia. Ésta quedó, como recoge Mª Isabel Gea en su libro
El Madrid desaparecido, “bastante fea de aspecto”. Finalmente,
Juan de Villanueva aconsejó su demolición por razones de seguridad,
derribo que haría efectivo José I el 28 de octubre de 1809. Se dejó un
amplio espacio abierto en las inmediaciones de la Plaza Mayor, tal y
como se ve a su izquierda en esta imagen de la maqueta de Madrid de 1830
de León Gil de Palacio, que todavía tardaría más de un siglo en
rellenarse, como veremos en nuestra próxima entrada.
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