Originalmente Publicado el 26 de Enero de 201.
“Cumpliendo las disposiciones ordenadas por el nuevo gobernador civil, Sr. Ruiz Jiménez, el último día del pasado mes de Junio comenzó la recogida de «golfos» por los agentes de la autoridad". Así comienza un artículo de la revista Nuevo Mundo del 6 de Julio de 1905 sobre el tema de los niños abandonados que en los primeros años del siglo XX malvivían por las calles de Madrid.
“Cumpliendo las disposiciones ordenadas por el nuevo gobernador civil, Sr. Ruiz Jiménez, el último día del pasado mes de Junio comenzó la recogida de «golfos» por los agentes de la autoridad". Así comienza un artículo de la revista Nuevo Mundo del 6 de Julio de 1905 sobre el tema de los niños abandonados que en los primeros años del siglo XX malvivían por las calles de Madrid.
Estos niños, “golfos o golfillos” sobrevívían gracias a la limosna, a la
recogida de colillas del suelo, que luego vendían como tabaco para liar
y a pequeños hurtos que habían creado ciertos problemas de inseguridad
ciudadana.
Se calculaba que en el año 1905 había unos 600 niños por las calles de
Madrid y el plan del Ayuntamiento consistía en recoger diariamente a
unos 25 para, después de ser bañados y enjabonados detenidamente, ser
vestidos con el traje de dril á rayas blancas y azules, que constituía
su uniforme. El artículo llama la atención sobre el hecho de que, lejos
de mantener una actitud hostil a las autoridades muchos de estos niños
se presentaban voluntariamente para poder ser recogidos.
Después eran llevados a una escuela-asilo en el que los niños pudieran
educarse y aprender un oficio. Estas escuelas eran mantenidas con dinero
proveniente de las Plazas de toros y de los teatros municipales, así
como con aportaciones individuales. No estaban encerrados ya que
disponían de un tiempo para el paseo y una hora de llegada que si no
cumplían, eso sí, podían ser detenidos.
Para evitar la reincidencia de estos chicos en el vagabundeo el
gobernador pedía a los madrileños que no dieran limosna a estos niños,
pues esto seria proporcionarles medios de volver a esta vida. Por el
mismo motivo, dice el artículo "se ha ordenado á los agentes de orden
público que no permitan á los colilleros vender puntas de cigarros”.
En nuestra próxima entrada al blog, trataremos el tema de las Golfillas, o Golfas, tal y como las llamaban en 1905.
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